"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


viernes, 18 de marzo de 2011

Proyecto DEMONS

Todos aquellos que estén considerando acampar en la ladera de un volcán puede que deban reconsiderar su postura. Al contrario de lo que se suele pensar, los volcanes no permanecen inactivos durante siglos. Investigadores de Francia y Estados Unidos, financiados en parte con fondos de la Unión Europea, han mostrado que los volcanes pueden entrar en erupción en cuestión de semanas y no años. Su descubrimiento hará que la comunidad científica reevalúe la amenaza que suponen los volcanes inactivos y posiblemente dará lugar a la redacción de planes de emergencia y procedimientos de evacuación nuevos.

El estudio, publicado en la revista Nature, recibió fondos del proyecto DEMONS («Desentrañar erupciones mediante la modelación de datos de sistemas naturales»), que recibió una subvención de inicio del Consejo Europeo de Investigación (CEI) por valor de 1,36 millones de euros a través del Séptimo Programa Marco (7PM).
El Dr. Alain Burgisser del Institut des Sciences de la Terre d'Orléans (CNRS/INSU [Centre national de la recherche scientifique/Institut national des sciences de l'univers] de la Université d'Orléans y la Université François Rabelais-Tours, Francia), junto al profesor George W. Bergantz del Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio de la Universidad de Washington (Estados Unidos), desarrollaron y probaron un modelo teórico sobre dos erupciones importantes que ha ofrecido un punto de vista nuevo sobre la teoría establecida acerca de los procesos que se producen en los volcanes inactivos.
Según los investigadores, el recalentamiento de la cámara magmática puede suceder en cuestión de meses. Estas cámaras son grandes masas de roca fundida que se encuentran a varios kilómetros bajo la superficie terrestre. La roca fundida soporta presiones elevadas y, con el paso del tiempo, estas presiones pueden fracturar la roca a su alrededor, creando canales por los que escapa el magma, que accede a la superficie mediante una erupción volcánica. A pesar de la dificultad que supone detectar cámaras magmáticas, la comunidad científica ha hallado algunas cercanas a la superficie terrestre, a profundidades de entre 1 y 10 km.
No obstante, cabe preguntarse qué sucede con la cámara magmática cuando un volcán está inactivo. Se cree que la cámara se enfría hasta formar una masa blanda y espesa que no vuelve a activarse hasta que no recibe un aporte de magma nuevo. La cámara magmática se vuelve fluida en este caso cuando se calienta por contacto térmico.
Así, el tamaño de las cámaras magmáticas, que puede variar desde decenas hasta cientos de kilómetros cúbicos, posee una relación directa con la velocidad a la que el volcán recobra su actividad. Los vulcanólogos seguidores de la doctrina convencional indican que la reserva de magma puede tardar entre varios cientos de años y milenios en volver a calentarse e iniciar el flujo de lava.
Pero los descubrimientos realizados por el equipo de Francia y Estados Unidos arrojan luz sobre este aspecto. El nuevo modelo matemático sugiere que el recalentamiento se produce en tres fases. El magma nuevo y caliente derrite el magma viscoso situado en la base de la cámara al alcanzarla desde abajo. El magma derretido pierde densidad y sube a través de la cámara generando un proceso de mezcla con el resto de la masa viscosa. Esta mezcla permite que el calor circule por la cámara a mucha mayor velocidad de la que hasta ahora se creía posible. Por esta razón, el tamaño de la cámara y la viscosidad del magma son fundamentales en la reactivación de un volcán y en la velocidad a la que se realiza este proceso.
Los investigadores comprobaron la validez de su modelo en la erupción de 1991 del Monte Pinatubo (Filipinas) y en la erupción actual del volcán Soufrière de la isla de Montserrat, en el Caribe.
Sus descubrimientos muestran que las sacudidas sísmicas previas a la erupción son indicadoras de la emergencia de magma nuevo hasta la cámara enfriada. El equipo reprodujo los intervalos de tiempo transcurridos entre las señales de aviso y las erupciones tras considerar distintos parámetros físicos de ambos volcanes, como el tamaño de su cámara, las temperaturas del magma y la concentración de cristales, deducidos a partir del estudio del magma. En el caso del Pinatubo, por ejemplo, se observa que en lugar de los 500 años calculados hasta la fecha sólo fueron necesarios entre 20 y 80 días para reactivar la cámara subyacente.
El modelo de gran complejidad desarrollado por el equipo ayudará a calcular el intervalo de tiempo que transcurre entre los primeros temblores de un volcán y su erupción.












No hay comentarios:

Publicar un comentario