"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Podríamos crear petróleo en un laboratorio?


Laboratorio¿Podríamos crear petróleo en un laboratorio?

Sí, y ya se está haciendo en muchos laboratorios del mundo.
El truco está en encontrar la manera de convertir materia biológica rica en energía en petróleo líquido.
Se han encontrado varias maneras, por ejemplo, la compañía basada en California LS9 está investigando el uso de la bacteria que se come la caña de azúcar.
El problema es aumentar la escala del proceso para que llegue a ser una alternativa económicamente viable al billón de galones de petróleo convencional que se usan globalmente al año.

El sentido del gusto, ¿es genético?

Sí. En 1931 un químico, Arthur Fox, accidentalmente descubrió que la gente reacciona de distintas maneras al químico feniltiocarbamida (PTC).
A algunos les sabe amargo mientras que a otros no les sabe a nada, y la diferencia es hereditaria: todo depende del genoma del que lo pruebe.
Más precisamente, de un sólo gen.
Una versión produce la proteína normal para los receptores de amargura en la lengua mientras que la otra hace una proteína distinta que evita que el receptor reaccione.
Algunas personas reaccionan aún con más fuerza a muchos sabores y eso también tiene una base genética.
Las diferencias en el sentido del gusto afecta las dietas de la gente y podría incluso explicar por qué hay quienes odian la col, a algunos les gustan mucho los dulces, a otros las bebidas alcohólicas y muchos no se aguantan el sabor de los endulzantes artificiales.

¿Por qué cuando los niños están enfermos se mejoran más pronto que los adultos?

Es una ilusión causada por sesgo muestral.
Debido a que los niños tienen sus sistemas inmunológicos menos desarrollados que los adultos y una masa corpórea más baja, son más vulnerables a enfermedades infecciosas.
Eso significa que los síntomas son más evidentes, incluso cuando se trata de infecciones menores.
Se recuperan de ellas en un día o dos y por ello parecen mejorarse más rápido.
Pero lo que realmente sucede es que en la mayoría de los casos esa misma infección nunca afectaría siquiera a los padres.

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