"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


domingo, 31 de julio de 2011

¿Qué tienen los diseñadores argentinos para vestir a la sociedad cibernética?

La moda que se viene proyecta prendas súper funcionales diseñadas para vestir a la sociedad cibernética. Los textiles argentinos piensan insertarse a través del hecho a mano. A la hora de chusmear el moderno guardarropas que ya ofrece la industria indumentaria mundial, no alcanzan los ojos para tanta mezcla glamorosa de ropa y tecnología: bombachas con chips que alertan la llegada de los períodos de fertilidad, sostenes que miden los latidos del corazón, pijamas que dan sueño, telas que perfuman, repelen mosquitos y hasta absorben el humo de los cigarrillos, son algunos de los experimentos que los países más ricos (y, por ende, más fashion) procrean como conejos.
Al otro extremo de la vanguardia tecnológica, la realidad del ropero local es bastante más "reciclada" y menos "supersónica": sorprenden los diseños basados en la creatividad y el infalible "hecho a mano", herramientas tan valoradas como posibles para competir en el mundo. as vedettes indiscutidas de las temporadas futuras son las llamadas "prendas interactivas", verdaderas perlitas que responden como máquinas a los estímulos propios y del ambiente, combinando iguales dosis de estética y funcionalidad. Así, por ejemplo, no será raro que, en pocos años, el dolor de cabeza ya no se combata con ibuprofeno en grageas sino con una lindísima camisas hecha con fibras terapéuticas o que el estrés descienda con sólo acostarse sobre sábanas "tranquilizantes" como las que ya fabrica la empresa italiana Piu. Claro que semejante planteo no alegra a todo el mundo: "Los laboratorios están en pie de guerra. De hecho, Bayer abrió su propio apartado textil para sumarse a la movida", dice la socióloga Susana Saulquin, ex directora de la Facultad de Diseño de Indumentaria Textil de la Universidad de Buenos Aires. Según la especialista, "a mediados de los noventa, cuando Internet se masificó en el mundo", los países desarrollados empezaron a combinar vestimenta y "hi-tech". En ese momento, los historiadores dejaron de llenarse la boca con la palabra "posmodernidad" y empezaron a hablar de una nueva era "cibernética" que anunciaba el declive de la sociedad de masas. "En este marco social, la relación que tendrá el hombre con su ropa se transformará radicalmente y dependerá, como todos los otros ámbitos de la vida, de la incorporación de la tecnología," dice Saulquin. Y aclara: "Seguramente, en 2020, la moda no se llame más moda (www.sociologiadelamoda.com.ar/Paper3.htm)". La experta augura un gran cambio basada, entre otros datos, en que no sólo Bayer, sino muchas empresas ajenas a la industria de la indumentaria, se han volcado de lleno a tantear el mercado. Phillips, por ejemplo, ya desarrolló ropas inteligentes que se pueden usar como campera, pero también como piloto, teléfono celular o equipo de audio, según convenga. Dentro de este constante y ascendente "culto a la moda robótica mundial" existe una vuelta al pasado que está conviviendo, codo a codo, con lo "top" en materia de vanguardia tecnológica. "Es que también hay una conexión entre los materiales puros y la tecnología: el delicado capullo de seda trabajado a escala masiva con poderosas máquinas industriales". Así define a esta época la diseñadora textil Karen Zander, desde su alejada oficina del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI ), para quien las puertas del "ropero cibernético" parecen estar bien cerradas a la Argentina. No es casual que sea desde su escritorio en el único organismo nacional que se dedica a la investigación textil que la experta reconozca que el país está "a años luz de destacarse" en la materia. "No hacemos ningún tipo de desarrollo tecnológico. Sólo nos dedicamos a viajar, traer tendencias y asesorar a los creadores", dice. Algo más cercano al Primer Mundo parece estar el diseñador Martín Churba, uno de los pocos argentinos que apoyan su trabajo cotidiano en la investigación tecnológica: "Tengo una línea llamada NO, que combina no color y no costura; está fusionada", explica. Haciéndose eco de la "vuelta hacia lo artesanal", Churba mezcla materiales industriales "rudos" (plástico, teflón y poliuretano) con clásicos "tejidos a dos agujas" o tramados aborígenes autóctonos. Consultados sobre el futuro, Marcelo Ortega y Mariano Toledo , otros dos jóvenes diseñadores argentinos, consideraron que, en este contexto, "el único camino posible para el país es la diferenciación. Nosotros debemos explotar la 'no tecnología' a nuestro favor y crear un perfil que nos distinga a nivel mundial", dice Toledo. Menos optimista, Ortega sostiene que es precisamente "la industria del 'es lo que hay' lo que nos incentiva a ser más creativos". Según él, ese valor agregado le permitirá al país arriesgarse a jaquear a tanta prenda inteligente. El tiempo dirá si la indutria "costurera" Argentina lo logra, o si, en cambio, está dando una puntada sin hilo.

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