"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


martes, 5 de julio de 2011

Luz zodiacal


La luz zodiacal, ese tenue resplandor nocturno en las noches despejadas que no está causado por la Luna ni las estrellas sino por el polvo disperso en el espacio interplanetario, fue explicada por vez primera por Joshua Childrey en 1661 como la luz solar dispersada en nuestra dirección por partículas de polvo en el sistema solar. Sin embargo, la fuente principal de ese polvo ha sido objeto de debate desde entonces.

En un nuevo estudio sobre el tema, un equipo encabezado por Peter Jenniskens del Instituto SETI en Mountain View, California, y David Nesvorny del Instituto de Investigación del Sudoeste en Boulder, Colorado, ha llegado a la conclusión de que los asteroides no son la fuente principal. Según ellos, más del 85 por ciento del polvo se originó en la familia de cometas de Júpiter.
Este resultado confirma lo que Jenniskens sospechaba desde hacía tiempo. Como experto en lluvias de meteoritos, se había dado cuenta de que la mayoría deriva de polvo que se mueve en órbitas similares a las de los cometas de la familia de Júpiter, aunque sin tener asociados cometas activos en emisión de polvo.
Jenniskens descubrió un cometa inactivo en la lluvia de meteoritos de las Cuadrántidas en 2003, y desde entonces ha identificado otros cuerpos progenitores similares. Si bien la mayoría están inactivos en su actual órbita alrededor del Sol, todos tienen en común que se fragmentaron violentamente en algún momento de los últimos miles de años, creando estelas de polvo que ahora han migrado hacia la zona orbital de la Tierra.
Nesvorny y Jenniskens, con la ayuda de Harold Levison y William Bottke, del Instituto de Investigación del Sudoeste, David Vokrouhlicky del Instituto de Astronomía de la Universidad Charles de Praga, y Matthieu Gounelle del Museo de Historia Natural de París, han demostrado que esas fragmentaciones de cometas pueden explicar el espesor observado de la capa de polvo de la nube zodiacal.
Al hacerlo, han resuelto otro misterio. Se sabía desde hace mucho que la nieve en la Antártida está espolvoreada con micrometeoritos, de los cuales la mayoría (alrededor del 80 al 90 por ciento) tiene una peculiar composición primitiva, poco frecuente entre los meteoritos más grandes de los que se sabe que proceden de asteroides. Nesvorny y Jenniskens sugieren que la mayoría de los micrometeoritos antárticos son partículas de cometas. Según sus cálculos, los granos cometarios se sumergieron en la atmósfera terrestre a velocidades de entrada lo bastante bajas como para permitirles sobrevivir, llegar al suelo y ser recogidos después por algún cazador de micrometeoritos.












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