Una mujer indígena se cubre el rostro mientras observa el ataúd de una de las víctimas de un deslizamiento de tierra el 5 de septiembre de 2010 en Nueva Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá, 169 kilómetros al oeste de Ciudad de Guatemala.
Una mujer indígena se cubre el rostro mientras observa el ataúd de una de las víctimas de un deslizamiento de tierra el 5 de septiembre de 2010 en Nueva Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá, 169 kilómetros al oeste de Ciudad de Guatemala.
Blanco de desastres naturales a repetición, América Central busca formas de escapar a una proyección de calamidades que le ha costado decenas de miles de millones de dólares y que amenaza con la miseria a generaciones aún no nacidas.
"El cambio climático no es una hipótesis, es algo que nos está golpeando muy fuertemente y este es el tema central (...) para todos los países de la región", dijo el ministro de Medio Ambiente de El Salvador, Herman Rosa Chávez, a la AFP horas antes de una cumbre regional que debatirá ese tema.
Azotada regularmente por terremotos y la actividad caprichosa de centenares de volcanes, la región afronta ahora, además, la amenaza de hambrunas fruto de sequías devastadoras producidas por el cambio climático, y que se alternarán con inundaciones y deslaves más frecuentes.
En los últimos cuarenta años del siglo XX las catástrofes naturales dejaron en el istmo 57.000 muertos, 123.000 heridos y 10 millones de desplazados, según un estudio de expertos de universidades europeas y latinoamericanas.
Sólo el huracán Mitch y otros fenómenos naturales ocurridos entre 1996 y 1999 costaron 16.000 millones de dólares y provocaron la reducción de 1,3% del Producto Interno Bruto del área.
Pero estas cifras son apenas un anticipo. Para 2050 las pérdidas podrían superar el 10% del PIB regional y para 2100 el 54%, según una investigación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) titulada "La economía del cambio climático".
"El estimado inicial del costo medible acumulado a 2100 (...), basado en los impactos en sector agrícola, recursos hídricos, biodiversidad, huracanes, tormentas e inundaciones, equivale a 73.000 millones de dólares (...) aproximadamente, 54% del PIB regional de 2008", consigna el estudio.
Con 43 millones de habitantes, la mitad de ellos sumidos en la pobreza, tratar de reconstruir cada pocos años la infraestructura básica arrasada por lluvias, volcanes, vientos o temblores se vuelve una tarea imposible.
La mayor preocupación es que los Estados sacan recursos de los magros presupuestos de salud y educación, para construir por tercera vez en una década el mismo puente o la misma planta de agua.
La amenaza es tal que la cumbre del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) del viernes le dedicará gran parte de su agenda, compitiendo por la atención de expertos y políticos con el drama de la inseguridad, la mayor preocupación para millones de centroamericanos que sobreviven en una región con índices de muertes violentas similares a las zonas en guerra.
En ese marco América Central inauguró este jueves en San Salvador su Base de Datos Climáticos, definida por el director técnico del proyecto, Norman Avila, como el "Google de la información meteorológica centroamericana".
Esta herramienta, que se alimenta con datos de un centenar y medio de estaciones de siete países, es otro medio de hacer frente a los "fenómenos meteorológicos extremos (que) son la principal amenaza de América Central", dijo Patricia Ramírez, titular del Comité Regional de Recursos Hídricos.
El desafío con el cambio climático es "cómo logramos que la región se prepare de mejor manera frente a este problema para reducir los riesgos", dijo el ministro salvadoreño Chávez.
En las últimas tres décadas, según la CEPAL, los desastres registran un crecimiento anual estimado de 5% respecto a la década de los setenta. En los últimos 20 años los huracanes que golpearon el área se quintuplicaron respecto de los 20 precedentes, y las inundaciones se triplicaron.
Según CEPAL "el cambio climático es una seria amenaza para las sociedades centroamericanas por sus múltiples impactos previstos en la población y en los sectores productivos", y en términos fiscales "afectará las finanzas públicas por varias generaciones".
"Para nosotros es fundamental fijar una posición sobre la vulnerabilidad que tenemos, para que sea compensada. Nosotros no somos generadores del cambio climático, pero lo estamos pagando", comentó a la AFP el asesor del ministerio de Medio Ambiente de Guatemala Carlos Noriega.
Noriega estimó que "los países generadores del cambio climático deben ser solidarios con la región (y) reconocernos los daños que hemos sufrido en la última década".
En 2009, previo a la COP 15 de Copenhague, los países centroamericanos habían estimado en 105.000 millones de dólares el perjuicio sufrido por el cambio climático.