"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


jueves, 7 de abril de 2011

El tiempo que necesitamos para reconstruir el mundo


Los investigadores, del Instituto Salk para Estudios Biológicos, comprobaron que las características individuales de un objeto son permanentemente ensambladas en una representación global por un proceso de computación que consume alrededor de una centésima de segundo. John Reynolds, profesor en el Laboratorio de Neurobiología de Sistemas, dirigió el estudio.

La cuestión de cómo el cerebro integra diferentes señales es fundamental para la comprensión del proceso sensorial, y se han aventurado diferentes teorías. Este hallazgo de que una pequeña pero sistemática cantidad de tiempo se requiere para computar una muy simple conjunción es importante porque coloca límites muy rígidos sobre la cantidad de tiempo disponible para los mecanismos que median en la realización de este cómputo.
Para medir el tiempo que requirió la integración, Clara Bodelón, una matemática del laboratorio de Reynolds, diseñó meticulosamente pares de imágenes simples (por ejemplo, un patrón de rayas rojas verticales, y un patrón verde horizontal) las cuales, cuando se presentan con la suficiente rapidez, se cancelan una a la otra y se vuelven invisibles.
Después de instalar ocho monitores de ordenador capaces realmente de presentar el estímulo lo bastante rápido como para exceder los límites de la percepción (los monitores LCD estándar actuales no refrescan la pantalla con la rapidez que se requería), y después de calibrar meticulosamente los monitores para controlar la actividad de los fotorreceptores individuales en el ojo, los investigadores del Instituto Salk estuvieron listos para dilucidar una vieja y muy debatida cuestión: ¿Cómo se comunican las neuronas para lograr nuestra percepción coherente del mundo?
A velocidades de presentación muy altas, los estímulos resultaban literalmente invisibles. Pero cuando Bodelón disminuyó la velocidad de presentación, los observadores humanos pudieron advertir la orientación de la imagen. Cuando se disminuyó aún más la velocidad de presentación de los estímulos, los sujetos sometidos a la prueba pudieron distinguir los colores y la orientación, pero fueron incapaces de decir qué imagen (la vertical o la horizontal) era roja o verde. En otras palabras, el cerebro podía ver tanto la forma como el color, pero no podía ver cómo estaban combinados.
Sólo después de disminuir nuevamente la velocidad de presentación de los estímulos, los observadores pudieron percibir de manera inequívoca el color y orientación de los objetos individuales, indicando ello que el cómputo de toda esta información visual es un proceso que demanda tiempo. Así, las características del estímulo estuvieron disponibles para la percepción antes de que pudieran ser "ensambladas" en conjunto.














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