"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


lunes, 18 de abril de 2011

Hace 3 millones de años andábamos igual que ahora

Nuestros antepasados de hace 3,6 millones de años ya adoptaron una postura erguida al caminar, pese a tener rasgos anatómicos simiescos pensados para vivir en los árboles.
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Nosotros, como únicos primates que podemos andar sobre dos piernas, nos sentimos especiales. Nuestros antepasados, al erguirse sobre el suelo y poder mirar más allá, no solamente pudieron ver antes a sus enemigos y sobrevivir, sino que realizaron un acto que creemos único por su significado simbólico. Con ello, además, tuvimos las manos libre para hacer otras cosas, como usar herramientas y crear tecnología, aunque ésta fuera de piedra. Por eso, toda noticia de Paleoantropología que hable de cuándo conseguimos esta postura erguida nos parece importante.
Hace tres millones de años nuestros antepasados pasaban todavía bastante tiempo en los árboles, la cuestión es si bajaron al suelo y a partir de entonces comenzaron una larga carrera evolutiva hacia el bipedismo o si ya entonces tenían la capacidad fisiológica de poder andar a dos patas de manera eficiente.
Ahora David Raichlen, de University of Arizona, y sus colaboradores de University at Albany y de City University of New York’s Lehman College ha aportado pruebas experimentales que indican que los primeros homínidos de hace 3,6 millones de años ya podían caminar como los humanos actuales.
Hace más de 30 años se descubrieron las huellas dejadas por un homínido cuando hace 3,6 millones de años andaba sobre cenizas volcánicas. Esas huellas fósiles, que tienen un valor iconográfico sólo comparable a las huellas dejadas por Neil Armstrong en la Luna, tienen todavía más valía científica y su significado en la evolución humana se ha debatido desde entonces. Estos investigadores han analizado tridimensionalmente estas huellas llegando a la conclusión de que muestran claras señales de bipedalismo, haciendo del Australopithecus afarensis la única especie viva del área en aquella época capaz de tal proeza. Esta especie incluye a Lucy, cuyo esqueleto es el más completo que se conserva a día de hoy de Australopithecus afarensis.
Hay varios rasgos en las caderas, piernas y espalda que indican que esta especie podría caminar sobre dos piernas mientras estaba en el suelo. Pero la curvatura de los dedos de las manos y pies y orientación de los hombros indican que Lucy y otros miembros de su especie además pasaban bastante tiempo en los árboles.
Esta morfología difiere de nuestro propio género que abandonó la vida en los árboles hace 2 millones de años. Desde que se descubrieran las huellas de Laetoli los científicos han debatido sobre si indicaban o no que el ser que las dejó allí andaba sobre dos piernas como lo hacen los chimpancés actuales o como lo hacen los humanos modernos.
Para resolver este dilema este grupo de investigadores ha realizado el primer estudio biomecánico de las huellas, comparándolo con experimentos en los que capturaron el movimiento de los pies de voluntarios sobre una superficie cubierta con arena. Los humanos que se prestaron a los ensayos caminaron de dos maneras distintas: la manera habitual y lo más aproximadamente posible a como lo haría un chimpancé. Se recolectaron moldes tridimensionales de las huellas dejadas en ambos casos para compararlas con las huellas de Laetoli.
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Comparativa entre las huellas dejadas por humanos al andar con dos posibles posturas y una de las huellas dejadas hace 3,6 millones de años en Laetoli. Fuente: David Raichlen y colaboradores.
Analizando la profundidad relativa de las huellas, así como las dejadas por el talón y los dedos, llegaron a la conclusión que los homínidos de hace 3,6 millones de años ya caminaban como lo hacen los humanos, con una postura erguida. Al parecer la clave está en la profundidad de la señal dejada por los dedos, que es más profunda que la dejada por el talón cuando la postura es encorvada.
El resultado ha sido una sorpresa para los investigadores, pues esperaban una postura más simiesca en el Australopithecus afarensis. Las huellas de Laetoli tienen la misma profundidad para los dedos y el talón, tal y como sucede en las huellas dejadas por humanos modernos.
Según Raichlen esta forma de caminar es muy eficiente desde el punto de vista energético, lo que sugiere que la reducción de costo energético fue importante a la hora de la evolución del bipedalismo, siendo su origen previo a la aparición de nuestro propio género.
Si las huellas de Laetoli fueron dejadas por la misma especie a la que perteneció Lucy, como la mayoría de los expertos creen, este resultado tendría implicaciones interesantes en la cronología de los eventos evolutivos que finalmente permitieron la aparición del ser humano.
Quizás lo más fascinante sea que este estudio sugiere que cuando nuestros “antepasados” tenían una anatomía pensada para pasar mucho tiempo en los árboles ya habían desarrollado una manera muy eficiente de andar sobre dos piernas, de la misma manera a como lo hacen los humanos modernos.
Esos antepasados nuestros de hace 3,6 millones de años no estaban comprometidos a vivir a tiempo completo en los árboles o en el suelo, sino que no fue hasta un millón de años más tarde cuando se dio la transición. El hecho de que un animal arborícola como Lucy tuviera una manera moderna de andar sería un testamento de la importancia de la eficiencia energética de moverse sobre dos piernas.

Fuentes y referencias:
Nota de prensa de University of Arizona.
“Laetoli Footprints Preserve Earliest Direct Evidence of Human-like Bipedal Biomechanics”. Artículo origianl en PLoS One.

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