"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


lunes, 18 de abril de 2011

Con un cerebro diminuto, las abejas reconocen rostros humanos


En su vida cotidiana, las abejas no tienen necesidad de ser capaces de reconocer rostros humanos. Sin embargo, en 2005, cuando Adrian Dyer, de la Universidad de Monash, entrenaba ejemplares de estos insectos fascinantes para asociar imágenes de rostros humanos con sabrosos trozos de azúcar, parecían ser capaces de hacer precisamente eso. Sin embargo, Martín Giurfa de la Université de Toulouse, Francia, sospechó que las abejas no estaban aprendiendo a reconocer a la gente.

Dado que los insectos fueron recompensados con una gota de azúcar cuando eligieron las fotografías humanas, lo que realmente veían eran extrañas flores. La cuestión importante era la estrategia que usaban para discriminar entre las caras", explica Giurfa. Para saber si los insectos pueden aprender la disposición relativa (configuración) de características en una cara, Giurfa contactó con Dyer y le sugirió que podían sistemáticamente comprobar qué características aprendía una abeja a reconocer para retener las fotos de caras de Dyer.

El equipo ha publicado su descubrimiento de que las abejas pueden aprender a reconocer la disposición de los rasgos faciales humanos en el último número del Journal of Experimental Biology.

Trabajando con Aurore Avargues-Weber, el equipo primero evaluó si las abejas pueden aprender a distinguir entre imágenes sencillas de caras. Usando caras en las que dos puntos representaban los ojos, una raya vertical corta para una nariz y una línea horizontal para la boca, Avargues Weber adiestró abejas para distinguir entre una cara donde las facciones fueran agrupadas y otra donde aparecieran separadas. Después de haber entrenado a abejas para dirigirse a una de las dos caras, recompensándolas con azúcar, probó si reconocía el patrón quitando la recompensa de azúcar y esperando a ver si la abeja regresaba a la cara correcta. Lo hizo.

Estos expertos concluyen que las abejas fueron capaces de aprender las imágenes de la cara, no porque sepan lo que es una cara, sino porque habían aprendido la disposición relativa y el orden de sus características. Lo que es realmente sorprendente es que un insecto con un cerebro del tamaño de micropuntos puede manejar este tipo de análisis de imagen cuando tenemos regiones enteras del cerebro dedicadas a este problema. Giurfa explica que si queremos mejorar el diseño de sistemas automáticos de reconocimiento facial, podemos aprender mucho del enfoque de las abejas para hacer frente a reconocimiento.













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