"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


viernes, 17 de febrero de 2012

Un estudio apunta que la actividad agrícola humana hace 3000 años en el África Central ayudó en el declive de la selva y la expansión de la sabana


África Central era un paisaje en transición hace unos 3000 años. Los bosques iban cediendo paso a las sabanas y prados según el clima regional cambiaba de uno húmedo a otro más seco y las temperaturas aumentaban ligeramente. Pero según un estudio reciente puede que el clima no fuera el único factor que entró en juego y que la acción de los humanos en la región en esa época pudo empujar esa transición y mandar la selva húmeda al olvido.

G
ermain Bayon, del Instituto para la Exploración del Mar en Plozané (Francia) y autor principal del estudio, fue sorprendido por este resultado pues al principio no era consciente del factor humano en el asunto.
Este grupo de investigadores estudiaban la relación entre las precipitaciones y la química de las rocas y suelo. Analizaron las muestras de sedimento marino recolectadas cerca del río Congo. Allí este río ha acumulado durante miles de años sedimentos, creando un registro geológico que permite saber sobre el pasado.
Como las rocas están compuestas de diferentes minerales aquellos materiales más susceptibles de ser erosionados por la lluvia terminan en el océano formando capas de arcilla sobre el fondo marino. Analizando la composición de esta arcilla los expertos pueden reconstruir la intensidad de este desgaste del pasado e inferir las condiciones medioambientales.
En los testigos extraídos del fondo marino estos investigadores buscaron elementos como el hidrógeno, que deja una firma característica en los sedimentos, así como las concentraciones relativas de aluminio y potasio, que indica la intensidad de la erosión. El potasio es lavado por los agentes meteorológicos de una manera mucho más efectiva que el aluminio, así que la razón entre los dos proporciona una medida de la erosión.
El periodo de tiempo estudiado con este sistema se expandía unos 40.000 años. Como era de esperar el patrón hallado seguía los niveles de precipitación, pero hace 3500 años el patrón cambió radicalmente y los sedimentos indican una erosión química intensa que el clima por si solo no explica. Así que los investigadores empezaron a sospechar que habría otras causas.
Resulta que en esa época la etnia bantú empezó una expansión a gran escala en la región del África Central y se asentaron el la selva húmeda. Los estudios lingüísticos y las pruebas arqueológicas, como las herramientas de piedra y los artefactos de hierro, apoyan esta idea. Según los arqueólogos los bantú trajeron la agricultura a la región y empezaron a cultivar mijo y boniatos. Pero para producir mijo se necesitan diferencias estacionales, en concreto una estación seca y otra húmeda. Es decir, el cambio de clima hacia una estacionalidad más pronunciada allanó el camino hacia la agricultura. Los bantú tuvieron que talar el bosque y exponer el suelo a los elementos para plantar sus cultivos. Este uso intensivo de la tierra puede dar lugar a cambios dramáticos en la alteración química, lo que explicaría el cambio súbito en el patrón de erosión observado en los sedimentos de hace unos 3000 años.
Según Bayon el clima jugó un papel importante en el advenimiento de la agricultura a la región, pero el impacto que tuvo la gente con el desarrollo y la introducción de la agricultura probablemente tuvo un impacto significativo en la erosión del suelo.
Expertos del campo celebran este hallazgo, resultado que alguno de ellos esperaba. Pero según Katharina Neumann, de la Universidad de Goethe, cuando se tala la selva no se reemplaza por sabana y pastos, sino que crece rápidamente un bosque secundario que impide la erosión. Según ella no hay pruebas arqueológicas de que los bantú ayudarán en el declive de la selva. Es decir, el estudio es controvertido.
No obstante, este estudio nos recuerda el impacto que puede tener la actividad humana sobre el medio, incluso cuando en ella no está implicada la tecnología moderna. Además probablemente tiene implicaciones sobre la actual situación de la grandes selvas húmedas del mundo, como la selva del Amazonas, en donde se está talando su superficie a un ritmo elevadísimo (para verlo basta usar Google maps) para cultivos agrícolas y ganadería, actividad que además se suma a los efectos del cambio climático. El resultado podría ser la sustitución de la selva húmeda por sabana y praderas, con la consiguiente pérdida masiva en biodiversidad y la retroalimentación del cambio climático. Las precipitaciones sobre la Amazonía se han reducido significativamente los últimos años y ha habido graves sequías en 2005 y 2010. La situación de las selvas del suroeste asiático es similar o incluso quizás peor.

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