Una ardilla se encoge para protegerse del frío en Varsovia, a menos 15 grados bajo cero. Científicos rusos lograron germinar semillas almacenadas hace 32.000 años por ardillas, halladas en el suelo congelado de Siberia, las cuales crecieron hasta convertirse en florecientes plantas, reveló un estudio publicado el martes en Estados Unidos.
Una ardilla se encoge para protegerse del frío en Varsovia, a menos 15 grados bajo cero. Científicos rusos lograron germinar semillas almacenadas hace 32.000 años por ardillas, halladas en el suelo congelado de Siberia, las cuales crecieron hasta convertirse en florecientes plantas, reveló un estudio publicado el martes en Estados Unidos.
Científicos rusos lograron germinar semillas almacenadas hace 32.000 años por ardillas, halladas en el suelo congelado de Siberia, las cuales crecieron hasta convertirse en florecientes plantas, reveló un estudio publicado el martes en Estados Unidos.
"Por primera vez, hemos conseguido crear una planta con frutos de más de 32.000 años de antigüedad", dijo a la AFP Svetlana Iachina, cuyo estudio junto a su colega David Gilichinsky aparece en la edición del martes de la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) de Estados Unidos.
El anterior récord en la materia era la regeneración de semillas de palma de 2.000 años de antigüedad descubiertas en la fortaleza de Masada, cerca del Mar Muerto, en Israel.
El trabajo de Iachina y Gilichinsky, del Instituto de problemas físico-químicos y biológicos del suelo de la Academia de Ciencias de Rusia (RAN), marca un hito en la investigación de materiales biológicos antiguos y podría iniciar el camino hacia la recuperación de especies extintas.
Las semillas de "Silene stenophylla", una planta que crece en Siberia, fueron encontradas en las madrigueras de ardillas que hibernaban a orillas del río Kolymá en Siberia.
"Todas las madrigueras se encuentran a profundidades de 20-40 metros por debajo de la superficie actual del suelo, localizadas en capas que contienen huesos de grandes mamíferos como mamuts, rinocerontes lanudos, bisontes, caballos, ciervos, y otros representantes de la fauna" del Pleistoceno Tardío. 
El permafrost, el suelo perpetuamente congelado de las regiones árticas, actuó como un enorme congelador, y las semillas almacenadas permanecieron decenas de miles de años inalteradas en este ambiente cerrado, a una temperatura promedio de -7 °C.
"Conservados bajo los hielos eternos en perfecto estado, los tres frutos de Silene no habían germinado y (por lo tanto) guardaban células de tejido placentario viable. Recogimos funículos viables y los cultivamos in vitro en nuestro laboratorio en Pushchino", 120 km al sur de Moscú, dijo Iachina durante una entrevista telefónica con la AFP.
"Un día, mientras revisaba mis tubos de ensayo descubrí un brote transparente, apenas visible", dijo.
Ella y Gilichinsky pudieron cultivar estas plantas porque las semillas nunca fueron descongeladas antes.
Los dos científicos destacaron la importancia de estudiar el permafrost "en la búsqueda de la antigua herencia genética (...) que ha desaparecido hace mucho tiempo de la superficie de la Tierra".
Los primeros resultados del estudio son de 2003-2004, pero en ese momento "la experiencia pasó casi inadvertida", dijo Iachina.
Desde entonces, Silene stenophylla, una vez plantada en un suelo especialmente enriquecido, produjo varias generaciones de flores en el laboratorio de Pushchino.
Las "regeneraciones" anteriores de plantas antiguas no fueron validadas por la comunidad científica, pero Iachina y Gilichinsky confirmaron la edad de las semillas datándolas con radiocarbono, para excluir una "contaminación" de semillas más recientes.