"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


martes, 10 de mayo de 2011

Los humanos prehistóricos comían pescado y cocodrilos


Según una nueva investigación, hace casi dos millones de años, algunos de los primeros humanos empezaron a comer alimentos tales como peces, tortugas y hasta cocodrilos, una dieta que pudo haber desempeñado un papel importante en la evolución del cerebro humano y en nuestros pasos fuera de África.

En lo que es la primera evidencia de cantidades constantes de productos acuáticos en la dieta humana, un equipo internacional de investigadores ha descubierto en el norte de Kenia herramientas de piedra usadas para cortar a esos animales, y restos de estos con marcas de cortes.
Tal como indica Andy Herries de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, este yacimiento arqueológico africano demuestra que los primeros humanos tenían una dieta muy amplia. Los que vivieron en este lugar de Kenia comían tanto pescado de agua dulce como animales terrestres.
En el proyecto también han trabajado expertos de los Museos Nacionales de Kenia, la Universidad de Ciudad del Cabo en Sudáfrica y la Universidad Rutgers en Estados Unidos. La dirección ha estado a cargo de David Braun de la Universidad de Ciudad del Cabo y Jack Harris de la Universidad Rutgers.
Se cree que los primeros homínidos, de cuerpo pequeño, actuaban más como carroñeros que como cazadores. Recogían los restos de animales ya muertos, en vez de matarlos.
Este hallazgo de la amplitud de la dieta humana en la zona y en esa época es importante, porque el pescado en particular ha sido asociado por diversos científicos con el desarrollo del cerebro, y es justamente después de este período cuando los homínidos con cerebro pequeño comenzaron a evolucionar hacia homínidos con un cerebro más grande, incluyendo al Homo erectus, el primer homínido en dejar África.
Esta dieta más amplia, que presumiblemente siguieron otras poblaciones además de la del asentamiento investigado, pudo ser el catalizador para el desarrollo del cerebro y los primeros pasos de la humanidad fuera de África.
Herries determinó la antigüedad de los restos arqueológicos mediante una técnica paleomagnética, que identifica la dirección "fosilizada" del campo magnético de la Tierra en los sedimentos analizados.














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