"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


lunes, 23 de enero de 2012

Proyecto INTERHEART


Un estudio de nueva factura realizado por un equipo internacional de investigadores ha mostrado que la práctica de ejercicio físico durante la jornada laboral y el tiempo libre contribuye a reducir el riesgo de padecer infartos de miocardio. Los descubrimientos logrados difieren de estudios anteriores en que dicha afirmación es cierta en personas tanto de países desarrollados como de países en vías de desarrollo.

L
os resultados del estudio INTERHEART, publicados en European Heart Journal, proceden de un estudio de casos en el que participaron más de 29 000 personas de 52 países de Asia, Europa, Oriente Próximo, África, Australia y América.
«Hasta ahora no se habían realizado muchos estudios sobre los distintos aspectos de la actividad física durante el trabajo y en horas de recreo en relación al riesgo de sufrir infarto de miocardio», afirmó Claes Held del Hospital de la Universidad de Uppsala (Suecia), autor principal del estudio. «La asociación entre la actividad física y el riesgo cardiovascular es bien conocida, pero este estudio añade, entre muchos otros aspectos, una perspectiva global.»
Los hallazgos del estudio muestran que la actividad física suave y moderada en el trabajo y a cualquier intensidad durante el tiempo libre reduce el riesgo de padecer infarto de miocardio con independencia de otros factores de riesgo conocidos en hombres y mujeres de todas las edades. Este hecho fue una característica común en la mayoría de las regiones del mundo y en países con niveles de ingresos bajos, medios y altos.
La sorpresa surgió en lo relativo a la realización de labores físicas intensas en el trabajo, pues éstas no reducen necesariamente el riesgo de padecer un infarto de miocardio. Gracias al estudio también se descubrió que aquellos con coche y televisión presentaban un riesgo considerablemente mayor de padecer infarto de miocardio, sobre todo los habitantes de países con ingresos bajos y medios.
El profesor Claes Held indicó: «Estos datos aumentan la importancia de la actividad física y confirman el efecto sistemático de protección de la actividad física en todo tipo de países, que se añade a los beneficios ya conocidos que reporta la modificación de factores de riesgo tradicionales como el consumo de tabaco.»
Los investigadores al cargo del estudio, procedentes de Canadá, Paquistán, Suecia y Estados Unidos, compararon las costumbres relacionadas con el ejercicio practicado en el tiempo libre de 10 043 personas que habían sufrido un infarto de miocardio con las de 14 217 personas sanas. A todos ellos les preguntaron por sus niveles de actividad: si su trabajo era sedentario o implicaba ejercicio físico intenso y si en él andaban sobre una superficie llana o si la misma actividad la realizaban en cuesta o cargando objetos pesados.
A los participantes se les clasificó en cuatro grupos en función de la actividad física que realizasen durante su tiempo de asueto: aquellos en los que predominaban costumbres sedentarias (actividades en posición sentada como la lectura o la televisión), los que realizaban ejercicio físico suave (yoga, pesca o paseos relajados), los que se decantaban por ejercicio moderado (esfuerzos moderados como andar, montar en bicicleta o la jardinería durante al menos cuatro horas a la semana) y aquellos que practicaban ejercicio extenuante (atletismo, fútbol o natación intensa).
Los participantes también respondieron a preguntas sobre si poseían un coche, una moto, un televisor o un ordenador. Los investigadores también se interesaron por si los participantes cuidaban de un terreno de labranza o criaban ganado.
Se descubrió que los que realizaban ejercicio físico suave o moderado en el trabajo presentaban una probabilidad menor de padecer un infarto de miocardio si se comparaban con otros con ocupaciones principalmente sedentarias. No obstante, la actividad física laboral intensa no reducía el riesgo en absoluto. En lo referente al tiempo libre, el riesgo de padecer un infarto de miocardio era menor en todos los casos que no cayeran en el sedentarismo, siendo un 13 % inferior en el caso de la actividad suave y un 24 % inferior en el resto de casos.
En los países de renta baja existía una mayor proporción de personas con trabajos sedentarios que no ejercían actividad física en su tiempo libre en comparación con los países de renta media y alta.
El profesor Held aseguró: «Estos datos poseen aplicaciones prácticas. Se puede sugerir a los países de menor renta que promocionen más la actividad física para contrarrestar la inactividad que produce el empleo (cada vez más extendido) de dispositivos que facilitan las tareas. Pero también es importante fomentar la actividad física en el resto del mundo.»

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