"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


viernes, 21 de octubre de 2011

Una simulación de tsunamis producidos por asteroides muestra la magnitud de estos eventos



Si un asteroide colisionase contra la Tierra, lo más probable es que el impacto se produjese en alguno de los océanos que cubren el 70% de la superficie terrestre. Los tsunamis consecuentes, que se desplazarían desde el punto del impacto -como las ondas en un charco de agua- inundarían áreas costeras altamente pobladas. Una simulación mediante ordenador de un impacto, desarrollado por científicos de la Universidad de California, Santa Cruz (EEUU), muestra olas con alturas de hasta 120 metros que se estrellan contra la costa Atlántica de los EEUU.

L
os investigadores emplearon para su simulación datos relativos a un asteroide real que se piensa pasará extremadamente cerca de la Tierra dentro de ocho siglos. Steven Ward, (investigador perteneciente al Instituto de Geofísica y Física Planetaria de la Universidad de California) y Erik Asphaug (profesor asociado de Ciencias de la Tierra) muestran su estudio en el número de junio de la revista Geophysical Journal International, según publica Astroenlazador.
El 16 de marzo de 2880 es el día en el que el asteroide conocido como 1950 DA, una gran roca de poco más de 1 Km de diámetro, pasará muy próximo a la Tierra, pudiendo estrellarse contra el océano Atlántico, a una velocidad de 60.000 Km/h. La probabilidad de que esto suceda no es muy alta, pero durante la historia de nuestro planeta, en grandes periodos de tiempo, se han producido impactos de asteroides de este tamaño y mayores, a veces con efectos muy drásticos sobre la vida.
«Desde una perspectiva geológica, este tipo de fenómenos son muy frecuentes. Los asteroides del tamaño de 1950 DA han golpeado la Tierra cerca 600 veces desde la era de los dinosaurios», según Ward.
Las investigaciones de de Ward y Asphaug son parte de un esfuerzo general para llevar a cabo un estudio de riesgo de impacto de asteroides. Asphaug, que organizó una mesa de trabajo sobre asteroides patrocinada por la NASA durante el pasado año, explicó que el riesgo producido por los asteroides es muy interesante, ya que la probabilidad de una colisión es muy pequeña, mientras que sus consecuencias potenciales son enormes. Además, las leyes de la mecánica hacen posible predecir un impacto si se detecta un asteroide con la antelación suficiente. Concretamente, aunque la probabilidad del choque de 1950 DA es sólo de un 0.3%, este es el único asteroide detectado hasta el momento por los científicos que no puede dejar de ser considerado una amenaza.
Para realizar la simulación, los investigadores eligieron un punto de impacto consistente con la orientación de la Tierra en el momento del encuentro: el Océano Atlántico, concretamente a unos 580 Km de las costas de los EEUU. Los resultados de este catastrófico evento se relatan a continuacion:
La explosión de 60.000 megatones producida por el impacto vaporiza al asteroide y crea una cavidad en el océano de 18 Km de diámetro en dirección hacia el lecho marino, cuya profundidad en ese punto es de unos 4.8 Km aproximadamente. La colisión produce la excavación de parte del lecho marino y acto seguido, el agua intenta rellenar la cavidad rápidamente, de modo que un anillo de ondas comienza a desplazarse desde el punto del impacto hacia todas las direcciones: el impacto ha creado ondas (tsunamis) de todas las frecuencias y longitudes de onda, pero siendo una de ellas más o menos similar a la del diámetro de la cavidad. Debido a que las ondas de menor frecuencia se desplazan a mayor velocidad que las de mayor frecuencia, el impulso inicial se propaga en series de ondas.
«En las animaciones se observa una gran onda, pero realmente se finaliza con decenas de ellas. Las primeras que llegan a la costa son pequeñas, pero gradualmente aumentan en altura, llegando a intervalos de 3 ó 4 minutos.»-según Ward.
Las ondas se propagan por todo el Océano Atlántico y el Caribe, decayendo según van viajando, de tal modo que las áreas costeras más cercanas al punto del impacto son golpeadas por las olas mayores. Dos horas después del impacto, olas de 120 metros de altura llegan a algunas playas y el doble de tiempo después alcanzan toda el resto de la costa Este de los EEUU, con una altura de 60 metros. Las olas tardarían cerca de 8 horas en alcanzar Europa, a donde llegarían con una altura entre 10 y 15 metros.
Las simulaciones informáticas no sólo ofrecen información a los científicos sobre las consecuencias de los impactos asteroidales, sino que también pueden servir de gran ayuda para interpretar registros geológicas de eventos pasados. Los geólogos han hallado evidencias sedimentarias de tsunamis producidos por impactos en el pasado, los cuales se correlacionan con cráteres, fragmentos de meteoritos, sedimentos altamente removidos en el lecho marino y otras evidencias. Un aspecto importante de la simulación de Ward es que mediante ésta ha podido calcular la velocidad de los flujos de agua creados por el tsunami en el fondo del océano: más de 90 cm/s hasta distancias de varios cientos de kilómetros desde el punto del impacto.
«Semejantes ondas a lo largo del océano producen efectos importantes en el lecho marino, erosionando los sedimentos en las pendientes topográficas marinas. De este modo, podremos identificar más lugares en donde ésto se ha producido.»-según Ward.
Además, las olas también podrían desestabilizar los materiales que yacen en las pendientes topográficas marinas, causando deslizamientos y desencadenando tsunamis secundarios. Ward ha realizado simulaciones informáticas de los tsunamis producidos a causa de deslizamientos marinos. Un ejemplo: el colapso de una pendiente volcánica inestable en las Islas Canarias podría enviar un tsunami masivo hacia la Costa Este de los EEUU.
Existe un sistema de alerta de tsunamis para el Océano Pacífico que ha sido realizado con gran esfuerzo para evaluar terremotos, ya que estos eventos pueden generar tsunamis. A ello se le podría sumar aquellos producidos por impactos. Estas enormes olas viajan rápido, pero el océano es muy grande, de tal modo que si un pequeño o mediano asteroide desencadenase un evento de esta naturaleza, aún habría tiempo para dar un aviso de emergencia antes de que el tsunami llegase a tierra.
Los científicos planetarios también están estudiando los riesgos de los impactos de asteroides: una campaña liderada por la NASA para detectar grandes asteroides en órbitas cercanas a la Tierra se halla a medio camino de tener catalogados el 90% de aquellos cuerpos mayores de 1 Km de diámetro (como 1950 DA), lo cual se habrá realizado en 2008.
Según Asphaug: «Hasta que no detectemos los asteroides mayores y podamos predecir sus órbitas, nuestro planeta podría ser golpeado sin previo aviso». Además, los cometas que visitan el Sistema Solar interno por primera vez no podrían ser localizados con suficiente antelación. Y también existen asteroides pequeños sin detectar que podrían producir algunos tsunamis y eventos catastróficos. «Son riesgos con los que tenemos que convivir»






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