Estas son algunas de las conclusiones del estudio "Cambio climático, agua y seguridad alimentaria", elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), según informó esta agencia en un comunicado difundido hoy en Roma.
El informe indica que se prevé una aceleración del ciclo hidrológico del plantea, ya que la subida de las temperaturas incrementará la tasa de evaporación del agua de la tierra y el mar.
La lluvia, según el estudio, aumentará en los trópicos y en latitudes más altas pero disminuirá en las zonas que ya tienen carácter seco o semiárido y en el interior de los grandes continentes, al tiempo que advierte de la posibilidad de que se registren con mayor frecuencia sequías e inundaciones.
Así, el incremento de la frecuencia de las sequías podría llevar a tener que recurrir a un mayor aprovechamiento del agua subterránea para cubrir las necesidades de producción agrícolas, mientras que la pérdida de los glaciares afectará a la cantidad de agua de superficie disponible para el riego en las principales cuencas productoras.
Según la FAO, el incremento de las temperaturas alargará la temporada de crecimiento de los cultivos en las zonas templadas del norte pero, en cambio, reducirá su duración en la mayoría de los otros lugares del planeta.
Eso, unido a la mayor tasa de evaporización, provocará un descenso del potencial de rendimiento de los cultivos y de la productividad del agua.
Con el objetivo de responder a los desafíos que presenta el cambio climático, la FAO también propone algunas iniciativas como la "contabilidad del agua", una medición meticulosa del suministro, los trasvases y las transacciones del agua.
Una herramienta que permitiría tomar decisiones informadas sobre la forma en que los recursos hídricos pueden ser gestionados y utilizados en condiciones cada vez más variables.
"La contabilidad del agua en la mayor parte de los países en desarrollo es muy limitada, y los procesos de asignación o bien no existen o están poco desarrollados o son distintos para cada caso", según el informe.
Por este motivo, el estudio añade: "Una prioridad será ayudar a los países en desarrollo a adquirir buenas prácticas para contabilizar el agua y desarrollar sistemas de asignación que sean robustos y flexibles".
El informe indica que se prevé una aceleración del ciclo hidrológico del plantea, ya que la subida de las temperaturas incrementará la tasa de evaporación del agua de la tierra y el mar.
La lluvia, según el estudio, aumentará en los trópicos y en latitudes más altas pero disminuirá en las zonas que ya tienen carácter seco o semiárido y en el interior de los grandes continentes, al tiempo que advierte de la posibilidad de que se registren con mayor frecuencia sequías e inundaciones.
Así, el incremento de la frecuencia de las sequías podría llevar a tener que recurrir a un mayor aprovechamiento del agua subterránea para cubrir las necesidades de producción agrícolas, mientras que la pérdida de los glaciares afectará a la cantidad de agua de superficie disponible para el riego en las principales cuencas productoras.
Según la FAO, el incremento de las temperaturas alargará la temporada de crecimiento de los cultivos en las zonas templadas del norte pero, en cambio, reducirá su duración en la mayoría de los otros lugares del planeta.
Eso, unido a la mayor tasa de evaporización, provocará un descenso del potencial de rendimiento de los cultivos y de la productividad del agua.
Con el objetivo de responder a los desafíos que presenta el cambio climático, la FAO también propone algunas iniciativas como la "contabilidad del agua", una medición meticulosa del suministro, los trasvases y las transacciones del agua.
Una herramienta que permitiría tomar decisiones informadas sobre la forma en que los recursos hídricos pueden ser gestionados y utilizados en condiciones cada vez más variables.
"La contabilidad del agua en la mayor parte de los países en desarrollo es muy limitada, y los procesos de asignación o bien no existen o están poco desarrollados o son distintos para cada caso", según el informe.
Por este motivo, el estudio añade: "Una prioridad será ayudar a los países en desarrollo a adquirir buenas prácticas para contabilizar el agua y desarrollar sistemas de asignación que sean robustos y flexibles".
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