Deliciosos pero letales. Estos son los alimentos que pueden convertirse en tu última cena. ¿Correrías el riesgo?
No solo los intrépidos foodies como Anthony Bourdain ponen su vida en peligro para probar sabores inéditos, deliciosos y a la vez mortíferos. Diversas culturas del mundo consideran manjares a algunos alimentos que pueden ser letales. Estos son algunos de ellos:
1. Fugu o pez globoDe apariencia inocente, es una de las delicias más venenosas que habitan el océano Pacífico. Una toxina llamada tetrodotoxina se concentra en sus huevas, ovarios e hígado. Sólo una gota de esta sustancia puede dejarte inmediatamente paralizado y causarte la muerte. En Japón, los chefs obtienen la licencia para prepararlo después de dos años de un curso especializado.
2. Pangium EduleOriginaria del sudoeste asiático, esta fruta es una verdadera bomba nuclear. Sólo se comen las semillas que se encuentran en su interior, algo arriesgado, ya que contienen cianuro de hidrógeno, un compuesto peligroso y explosivo, igual al que los Nazis utilizaban en sus campos de exterminio. Quienes se atreven las hierven con mucho cuidado para diluir la sustancia. Y rezan para no explotar por los aires.
3. Rana Catesbeiana AfricanaEste anfibio es considerado una delicia tradicional en Namibia donde, a diferencia de otras culturas en las que sólo comen ciertas partes del cuerpo de la rana, sus habitantes sirven el animal completo. ¿Su peligro? Los ejemplares jóvenes contienen una toxina que en los hombres puede conducir a una insuficiencia renal. No es mortal si se come en porciones pequeñas, pero aún así puede provocar infecciones urinarias seguidas de terribles dolores.
4. AckeeFruta nacional jamaiquina, cuando aún está verde desarrolla un veneno muy potente llamado hipoglicina. Por eso debe ser consumida sólo cuando se tiene la certeza de que ha madurado. La próxima vez que visites el país de Bob Marley y pidas el plato nacional, bacalao con ackee, acordáte de esta nota. ¡No digas que no te avisamos!
5. Hákarla o tiburón fermentadoPopular en Islandia, el Hákarl es un plato a base de tiburón curado en un largo proceso de fermentación. Como el animal no posee riñones, su carne tiene un alto contenido de ácido úrico (por eso no se puede consumir fresca) y despide un fuerte olor a amoníaco. No suena muy tentador, pero los mismos habitantes aclaran que se trata de un gusto adquirido al que el comensal debe acostumbrarse. A los que lo prueban por primera vez, se les aconseja que se tapen la nariz cuando se lleven un pedazo a la boca. Con esta recomendación, no son muchos los que se animan a comerlo.
Por Rosario Fernández Arias
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