Andrew Elliot y su equipo de la Universidad de Rochester han trabajado estudiando las reacciones cerebrales de los seres humanos enfrentados al color rojo, y sus resultados -publicados en la revista Emotion- dan cuenta del poderoso efecto de este color sobre nuestro organismo.
Elliot observó que cuando los seres humanos se exponen al color rojo experimentan un incremento en su velocidad de reacción y en su fuerza, resultando en una estimulación energética de efecto inmediato. Esto, claro, es una gran ventaja en algunos contextos, pero en otros puede resultar totalmente contraproducente.
Por ejemplo, el rojo también puede afectarnos negativamente en tareas que coordinen al pensamiento y al sistema motor. Por ejemplo, atletas que compiten contra oponentes vestidos de rojo suelen hacerlo peor que su nivel normal, y estudiantes expuestos al rojo antes de un examen también obtienen peores notas que su promedio normal.
Toda esta serie de reacciones están directamente vinculadas a nuestra naturaleza animal. Evolutivamente el color rojo se convirtió en repositorio de una serie de elementos que los seres humanos identificamos de determinadas maneras a partir de nuestra naturaleza salvaje. La evolución y el poder del raciocinio han ido mitigando estos estímulos, pero no por ello dejan de ser reales y tener una influencia sobre nuestra vida cotidiana.
Elliot observó que cuando los seres humanos se exponen al color rojo experimentan un incremento en su velocidad de reacción y en su fuerza, resultando en una estimulación energética de efecto inmediato. Esto, claro, es una gran ventaja en algunos contextos, pero en otros puede resultar totalmente contraproducente.
Por ejemplo, el rojo también puede afectarnos negativamente en tareas que coordinen al pensamiento y al sistema motor. Por ejemplo, atletas que compiten contra oponentes vestidos de rojo suelen hacerlo peor que su nivel normal, y estudiantes expuestos al rojo antes de un examen también obtienen peores notas que su promedio normal.
Toda esta serie de reacciones están directamente vinculadas a nuestra naturaleza animal. Evolutivamente el color rojo se convirtió en repositorio de una serie de elementos que los seres humanos identificamos de determinadas maneras a partir de nuestra naturaleza salvaje. La evolución y el poder del raciocinio han ido mitigando estos estímulos, pero no por ello dejan de ser reales y tener una influencia sobre nuestra vida cotidiana.
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