31 Ene 2009 | NEOFRONTERAS.COM
��Es la religión un proceso adaptativo que haya evolucionado como rasgo del ser humano? La pregunta no es fácil de contestar. En esta misma web se publicaba hace poco una noticia sobre la evolución cultural del lenguaje. Quizás la religión se valió de un mecanismo similar.
Desde luego la ciencia no pretende estudiar el más allá, entre otras cosas porque no es algo que esté al alcance de la experiencia y ni siquiera estamos seguros de que el estado posterior a la muerte permite tener consciencia (¿existen los programas informáticos fuera del hardware?). Sin embargo, durante la pasada década ha habido un desarrollo rápido del estudio de la religión como un fenómeno natural, de tal modo que temas como Dios, el alma o el pecado puedan ser tratados dentro de la ciencia, y quizás explicar cómo sus bases biológicas surgen a partir de la evolución de la mente humana. Por tanto, la religión estaría sujeta al escrutinio científico como también lo están otros aspectos psicológicos y sociales humanos.
Hace unos días hubo en Edimburgo una reunión de expertos en Psicología, Biología, Política, Filosofía y Antropología para debatir sobre este tema. Cada uno de ellos ha estudiado las bases naturales, es decir darwianas, de las creencias y comportamientos religiosos. Jesse Bering de Scientific American relata qué se dijo en esa reunión. Según él si nos basamos en argumentos empíricos la creencia en el más allá es un subproducto inevitable de la consciencia humana.
Dominic Johnson from de University of Edinburgh argumentó que la idea de agentes sobrenaturales omniscientes tuvo funciones policiales adaptativas en las sociedades del pasado remoto. Estas creencias animarían a los individuos a cumplir las reglas sociales o las sanciones impuestas por miedo al castigo divino, y esto impediría la destrucción del grupo social.
El fenómeno podría haber sido adaptativo desde un punto de vista biológico debido a que un grupo más numeroso y cohesionado tendría más posibilidades de sobrevivir y de tener mayor índice reproductor.
Richard Sosis trató de explicar por qué las desventajas del comportamiento religioso no acabaron con el mismo. La pérdida de tiempo en rituales, vestir ropas incómodas, mantener a una casta sacerdotal o gastar dinero o recursos en instituciones religiosas tienen un coste para el grupo. Pero si un individuo hace todo eso manda un mensaje a los demás en el que subraya su compromiso con la comunidad. Si usted está dispuesto a ir a misa, pagar dinero a su iglesia o celebrar la primera comunión de su hijo entonces los demás creyentes asumen que usted es uno de ellos y que por tanto pueden confiar en usted.
Los expertos en teoría de juegos o en comportamientos simbióticos y sociales entre distintas especies biológicas se dieron cuenta de que para que surja la cooperación lo más importante es la existencia de algún mecanismo mediante el cual los individuos saben que los otros también están dispuestos a cooperar. Así que puede que Sosis no ande muy desencaminado.
Robert Trivers de Rutgers University discutió el posible valor del papel del autoengaño psicológico en la esfera religiosa y revisó las pruebas, difíciles de ignorar, sobre los efectos beneficiosos sobre la salud humana de la religión.
Jeff Schloss de Westmont College, que ha trabajado bastante sobre las implicaciones teológicas del darwinismo, planteó si estos desarrollos científicos en el estudio de la religión son al fin y al cabo filosóficos.
Al parecer este grupo de trabajo no es el único que se dedica a este tema. Otro grupo es Explaining Religion project (EXREL) con sede en la Universidad de Oxford y dirigido por Harvey Whitehouse.
Incluso en SUNY-Binghamton ya hay una subdisciplina en Biología Evolutiva denominada "Estudios sobre Religión Evolutiva".
Estos grupos de trabajo proporcionarán datos y estudios que dotarán de nueva vida al debate ciencia-religión.
¿Qué pasaría si Dios fuera realmente sólo un defecto en los estratos cognitivos más profundos de su cerebro? ¿Seguiría creyendo si supiera que Dios es un subproducto de la evolución de la arquitectura de su cerebro?
Desde luego la ciencia no pretende estudiar el más allá, entre otras cosas porque no es algo que esté al alcance de la experiencia y ni siquiera estamos seguros de que el estado posterior a la muerte permite tener consciencia (¿existen los programas informáticos fuera del hardware?). Sin embargo, durante la pasada década ha habido un desarrollo rápido del estudio de la religión como un fenómeno natural, de tal modo que temas como Dios, el alma o el pecado puedan ser tratados dentro de la ciencia, y quizás explicar cómo sus bases biológicas surgen a partir de la evolución de la mente humana. Por tanto, la religión estaría sujeta al escrutinio científico como también lo están otros aspectos psicológicos y sociales humanos.
Hace unos días hubo en Edimburgo una reunión de expertos en Psicología, Biología, Política, Filosofía y Antropología para debatir sobre este tema. Cada uno de ellos ha estudiado las bases naturales, es decir darwianas, de las creencias y comportamientos religiosos. Jesse Bering de Scientific American relata qué se dijo en esa reunión. Según él si nos basamos en argumentos empíricos la creencia en el más allá es un subproducto inevitable de la consciencia humana.
Dominic Johnson from de University of Edinburgh argumentó que la idea de agentes sobrenaturales omniscientes tuvo funciones policiales adaptativas en las sociedades del pasado remoto. Estas creencias animarían a los individuos a cumplir las reglas sociales o las sanciones impuestas por miedo al castigo divino, y esto impediría la destrucción del grupo social.
El fenómeno podría haber sido adaptativo desde un punto de vista biológico debido a que un grupo más numeroso y cohesionado tendría más posibilidades de sobrevivir y de tener mayor índice reproductor.
Richard Sosis trató de explicar por qué las desventajas del comportamiento religioso no acabaron con el mismo. La pérdida de tiempo en rituales, vestir ropas incómodas, mantener a una casta sacerdotal o gastar dinero o recursos en instituciones religiosas tienen un coste para el grupo. Pero si un individuo hace todo eso manda un mensaje a los demás en el que subraya su compromiso con la comunidad. Si usted está dispuesto a ir a misa, pagar dinero a su iglesia o celebrar la primera comunión de su hijo entonces los demás creyentes asumen que usted es uno de ellos y que por tanto pueden confiar en usted.
Los expertos en teoría de juegos o en comportamientos simbióticos y sociales entre distintas especies biológicas se dieron cuenta de que para que surja la cooperación lo más importante es la existencia de algún mecanismo mediante el cual los individuos saben que los otros también están dispuestos a cooperar. Así que puede que Sosis no ande muy desencaminado.
Robert Trivers de Rutgers University discutió el posible valor del papel del autoengaño psicológico en la esfera religiosa y revisó las pruebas, difíciles de ignorar, sobre los efectos beneficiosos sobre la salud humana de la religión.
Jeff Schloss de Westmont College, que ha trabajado bastante sobre las implicaciones teológicas del darwinismo, planteó si estos desarrollos científicos en el estudio de la religión son al fin y al cabo filosóficos.
Al parecer este grupo de trabajo no es el único que se dedica a este tema. Otro grupo es Explaining Religion project (EXREL) con sede en la Universidad de Oxford y dirigido por Harvey Whitehouse.
Incluso en SUNY-Binghamton ya hay una subdisciplina en Biología Evolutiva denominada "Estudios sobre Religión Evolutiva".
Estos grupos de trabajo proporcionarán datos y estudios que dotarán de nueva vida al debate ciencia-religión.
¿Qué pasaría si Dios fuera realmente sólo un defecto en los estratos cognitivos más profundos de su cerebro? ¿Seguiría creyendo si supiera que Dios es un subproducto de la evolución de la arquitectura de su cerebro?
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