El nuevo diseño, descrito recientemente en la revista Nature Photonics, soluciona estos problemas mediante el uso de la luz como fuente de la imagen y fuente de energía. El dispositivo, diseñado por investigadores de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California (Estados Unidos), combina gafas de videoproyección de infrarrojos con un pequeño chip inalámbrico implantado dentro de la retina.
Una cámara en las gafas transmite el vídeo a un procesador de imagen, que envía una señal de regreso a las pantallas de proyección que hay dentro de las gafas de infrarrojos. Otros investigadores han tratado de desarrollar implantes de retina fotovoltaicos en el pasado pero no han tenido éxito. "La luz que logras introducir en la parte posterior de la retina en el ecuador de un día soleado no es suficiente para alimentar un implante de retina", señala James Loudin, investigador de la Universidad de Stanford (EE.UU.). Por ese motivo, su sistema no se basa en la luz que entra en el ojo, sino que utiliza un sistema de proyección para hacer las señales mucho más intensas. Los investigadores decidieron usar luz infrarroja puesto que no daña ni calienta los tejidos del ojo y además no puede ser recogida por las restantes células fotosensibles y crear confusión en la imagen, afirma Loudin.
La imagen infrarroja la recoge un conjunto compacto de píxeles fotovoltaicos implantados justo allí donde estarían las células sensibles a la luz en un ojo sano. Cada píxel contiene tres diodos infrarrojos sensibles orientados hacia el interior del ojo. Los diodos convierten la luz en electricidad, que después es enviada a las células nerviosas por medio de electrodos dirigidos a la parte posterior del ojo.
Los científicos de Stanford han analizado la actividad nerviosa resultante en ratones. Ahora están experimentando con varios diseños, incluyendo una matriz de silicio flexible que puede doblarse y ajustarse a la curvatura del ojo. La mayor densidad con la que han trabajado hasta el momento es de 178 píxeles por milímetro cuadrado. En comparación, la primera prótesis de retina lanzada al mercado (en Europa, el pasado mes de marzo), creada por Second Sight, con sede en Sylmar, California (EE.UU.), tiene 60 píxeles en total y requiere un hardware más voluminoso.
El siguiente paso para el dispositivo de Stanford será pasar por unos cuantos años más de pruebas de seguridad antes de empezar los ensayos clínicos.
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