IMPRESENTABLE
Es posible que el viaje de Cristina a Angola pase a nuestra historia
como una renovada demostración de su histrionismo, a tono con el de su
carnavalesco y pendenciero Secretario de Comercio.
A esta altura de los acontecimientos, no puede saberse quién influye
sobre el otro para producir mejores espectáculos rocambolescos.
La falta de reconocimiento de sus errores parece invadirlos a ambos al
momento de tomar decisiones, provocando la misma oscuridad que ocurre en
cualquier ambiente en el que no se enciende la luz.
Habría que agregar también la ausencia de cualquier esfuerzo de
autocrítica para poder alejarse del ridículo y la fantochería, como la
que ha rodeado este viaje pergeñado entre gallos y medianoche sin ningún
fundamento convincente.
Atrás han ido quedando, perdidos en el tiempo, los programas de la
“línea blanca para todos”, las “milanesas para todos”, el tren “bala”,
las viviendas para los “sueños compartidos” y las decenas de absurdos
inventos que cuesta creer hayan formado parte de los desvelos
gubernamentales por lo mal concebidos, y que, en algún caso,
desarrollaron innumerables focos de corrupción.
Guillermo Moreno tiene la extraña facultad de confundir y confundirse
simultáneamente. Al hacerlo, termina sumergido casi siempre en actos de
una vulgaridad esencial que revelan falta de aptitudes y refinamiento
para desempeñar sus funciones.
Ha demostrado ser una persona que jamás se propone otra exigencia que no
sea la que le dicta su interés de cada momento, sin sujetarse a ningún
esfuerzo de perfección sobre sí mismo y en su relación con los demás. Su
guaranguería parece no tener límites y ahora la extiende a estas
misiones en el extranjero, donde parece cumplir la función de un
instructor que saca a pasear animales salvajes en cautiverio.
La Presidente se ha sumado en este caso, exhibiendo nuevamente su apego a
las improvisaciones discursivas “urbi et orbi”, hablándole, como dice
Ortega y Gasset, “a todos y a nadie al mismo tiempo”.
Quizá este análisis pueda permitir una mejor comprensión de las dos
últimas incongruencias del gobierno (¿cuántas más habrá que contabilizar
en el futuro?): el ya mencionado viaje de “negocios” (¿) a Angola y las
restricciones provocadas al mercado de cambios, que provocaron de
inmediato un aumento repentino en la cotización del dólar “paralelo”,
sin que nadie sepa muy bien como se controlarán en lo inmediato sus
efectos colaterales.
Ambas cuestiones exhiben el nivel de irrealidad de quienes sostienen que
“nos está yendo muy bien a pesar de los agoreros” como acaba de
manifestar Cristina desde Luanda, mientras “destacaba” la presencia en
su comitiva de los integrantes de La Salada, que tiene el “honor” de ser
considerado el mayor complejo latinoamericano de venta de mercadería
“trucha”.
Una comitiva en la que algunos, según dicen, vendieron a los pobres
angoleños unas alpargatas “made in Argentina” que aquí se ofrecen a 8
pesos el par, al módico precio de “exportación” equivalente a 10
dólares.
Es poco lo que puede agregarse a lo que hemos sostenido durante los
últimos tiempos; solo recordar que, como dice Ortega, “quien quiera
tener ideas necesita disponerse a querer la verdad y aceptar las reglas
de juego que ella imponga”. Una verdad a la que pretende enfrentar el
kirchnerismo haciendo el ridículo con su desesperación.
Los bailes totalmente fuera de protocolo de nuestra alborozada
Presidente, mezclada con algunas congoleñas que se bamboleaban al ritmo
de maracas y bongoes (¿para festejar la miseria en la que viven?), y los
globos, medias y otros artículos impresos por Moreno con la leyenda
“Clarín miente”, no han sido óbice para que, simultáneamente, en Buenos
Aires, los compradores de dólares en el mercado negro hayan derribado
con su ansiedad y desconfianza los cercos restrictivos del gobierno.
Hubiera sido más saludable que los perros de olfato amaestrado llevados a
la calle Florida para detectar las operaciones clandestinas de los
denominados “arbolitos” se hubiesen utilizado para controlar nuestras
fronteras, por donde se filtran cantidades escandalosas de droga y
dinero mal habido.
El gobierno no admite su incoherencia porque está sumido en la filmación
de una historia relatada con ligereza, que contiene un cocktail
explosivo de ignorancia, estupidez y empecinamiento.
Moreno parece el “tosco labriego” que describe Ortega y Gasset, aquel
que “con dedos gruesos y torpes quiere coger una aguja que está sobre
una mesa”.
¿Y Cristina? ¿Qué podemos agregar a lo que ya hemos dicho antes de
ahora?
Solo añadir que está convirtiendo en “impresentable” su sesgada
interpretación de una historia que la va dejando cada vez más lejos de
la realidad que la rodea: se ha fabricado otra al compás de su oratoria,
a la que ahora parece haberle sumado además el baile.
Muchos “revolucionarios” de su estirpe han intentado antes sublevarse
frente a lo “concreto” mediante abstracciones y han terminado en el peor
de los fracasos. El Che Guevara, invocado por ella en este viaje, entre
otros.
La política exige dedicarse a resolver problemas y no a divagar sobre
entelequias que no sirven para nada y solo resultan ser distracciones
para ignorantes.
Creemos que la Presidente no termina de entender que sus fuegos de
artificio han durado más de lo razonable y que corre serio peligro de
terminar perdida en sus propios laberintos.
Se ha encerrado “a piedra y lodo” en su interior, quedándose sin ideas
para sí y para los demás.
Angola y el dólar son solo dos etapas más de una crisis que se la está
llevando por las narices y va tomando proporciones alarmantes.
La soja sigue valiendo más de 500 dólares la tonelada, pero no alcanza a
cubrir la magnitud de los desaciertos del kirchnerismo, que tiró por la
ventana durante diez años los ingresos millonarios de su producido.
Mientras tanto, con persistencia y tenacidad, Brasil se convirtió en una
potencia mundial.
El mundo, a quien Néstor y Cristina le apuntaron siempre con el dedo a
la nariz, nos mira hoy azorado y con recelo.
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