Investigadores de la Universidad de
Hamburgo-Eppendorf (Alemania) han liderado un trabajo que analiza,
mediante resonancia magnética de la médula espinal, cómo las
distracciones mentales inhiben la respuesta en las primeras etapas
de dolor.
"Los resultados demuestran que este fenómeno no es solo es
psicológico, sino un mecanismo neuronal que activa la reducción de
la cantidad de señales de dolor que ascienden desde la médula
espinal a las regiones cerebrales de orden superior", explica
Christian Sprenger, autor principal del estudio.Según los expertos, "en estos efectos están involucrados los opioides endógenos, producidos naturalmente por el cerebro, que desempeñan un papel clave en el alivio del dolor".
Para el estudio, los autores hicieron que los
participantes realizaran tareas de memorización (recordar diversas
letras) mediante dos métodos de distinta complejidad, al mismo
tiempo que proporcionaban cierto dolor en sus brazos.
Los resultados, publicados en la revista Current Biology,
reflejan que cuando los participantes estaban más distraídos por
las tareas de memoria más difícil, percibían menos dolor. Es más,
su experiencia menos dolorosa se reflejó en una menor actividad en
la médula espinal, tal y como se observó en los escáneres de
resonancia magnética funcional.
No hay dolor
Después, Sprenger y sus colegas repitieron el estudio, esta vez
dando también a los participantes un fármaco llamado naloxona -que
bloquea los efectos de los opiáceos- o una infusión de solución
salina simple. En comparación con las pruebas de solución salina,
los efectos analgésicos de la distracción disminuyeron un 40%
durante la aplicación del antagonista de los opiáceos.
Por ello, los autores subrayan la importancia
de los procesos mentales en la alteración de la experiencia del
dolor, lo que puede tener cierta "importancia clínica":
"Nuestros hallazgos refuerzan el papel de las terapias
cognitivo-conductuales en el tratamiento de las enfermedades con
dolor, ya que se puede extrapolar que estos enfoques también
podrían tener el potencial de alterar los mecanismos
neurobiológicos subyacentes tan temprano como en la médula
espinal", concluyen.
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