PARA KRETINA
Bergoglio criticó que “nadie se haga cargo” por la corrupción.
Fue durante el Tedeum del 25 de Mayo.
El primado argentino aseguró que “el poder como ideología única es otra
mentira” y recordó que el diálogo que lleva a construir un proyecto
común requiere de “escucha, renuncias, reconocimiento de los errores,
aceptaciones de los fracasos y las equivocaciones”.
El cardenal Jorge Bergoglio criticó hoy que “nadie se haga cargo” de
tragedias, crímenes y deudas que “debemos pagar por hechos de
corrupción”, y advirtió sobre “las locuras” cotidianas que impiden el
proyecto de país.
El primado argentino aseguró también que “el poder como ideología única
es otra mentira” y recordó que el diálogo que lleva a construir un
proyecto común requiere de “escucha, renuncias, reconocimiento de los
errores, aceptaciones de los fracasos y equivocaciones”.
“Pero da la impresión de que siempre caemos en lo contrario: los errores
son cometidos por ‘otros’ y seguramente en ‘otro lado’. Crímenes,
tragedias, pesadas deudas que debemos pagar por hechos de corrupción…
pero, ‘nadie fue’”, aseveró sin puntualizar a qué hechos se refería.
“Nadie se hace cargo de lo que hay que hacer y de lo hecho. Parecería un
juego inconsciente: ‘nadie fue’ es, en definitiva, una verdad y quizás
hemos logrado ser y sentirnos ‘nadie’”, reflexionó.
Al presidir el Tedeum por el 25 de Mayo en la catedral metropolitana de
Buenos Aires, apuntó tanto a dirigentes políticos como a los ciudadanos,
e hizo una especial exhortación por los pobres y ancianos olvidados, a
quienes consideró “víctimas de la exclusión, verdadera anestesia
social”.
El jefe de gobierno porteño Mauricio Macri no asistió al oficio
religioso por la fecha patria, por motivos “familiares”, pero sí lo hizo
la vicejefa María Eugenia Vidal y otros funcionarios de la Ciudad.
Bergoglio insistió en afirmar que el relativismo y el poder como
ideología única son esas “locuras tan cotidianas que mienten y dañan y
terminan impidiendo la realización del proyecto de Nación”.
“El relativismo que, con la excusa del respeto de las diferencias,
homogeniza en la transgresión y en la demagogia; todo lo permite para no
asumir la contrariedad que exige el coraje maduro de sostener valores y
principios. El relativismo es, curiosamente, absolutista y totalitario,
no permite diferir del propio relativismo, en nada difiere con el
‘cállese’ o ‘no te metas’”, graficó.
Sostuvo, además, que “el poder como ideología única es otra mentira. Si
los prejuicios ideológicos deforman la mirada sobre el prójimo y la
sociedad según las propias seguridades y miedos, el poder hecho
ideología única acentúa el foco persecutorio y prejuicioso de que ‘todas
las posturas son esquemas de poder’ y ‘todos buscan dominar sobre los
otros’. De esta manera se erosiona la confianza social”.
Tras interpelar sobre qué “nos lleva a ser cómplices, con nuestra
indiferencia, de las manifestaciones de abandono y desprecio hacia los
más débiles de la sociedad”, lamentó que “parecería que el bien público y
común poco importa mientras sintamos el ‘ego’ satisfecho”.
“Nos escandalizamos cuando los medios muestran ciertas realidades
sociales… pero luego volvemos al caparazón y nada nos mueve hacia esa
consecuencia política que está llamada a ser la más alta expresión de la
caridad. Los extremos débiles son descartados: los niños y los
ancianos”, alertó.
Bergoglio reiteró que “ya conocemos hacia donde nos llevan las
pretensiones voraces de poder, la imposición de lo propio como absoluto y
la denotación del que opina diferente: al adormecimiento de las
conciencias y al abandono”.
“Sólo la mística simple del mandamiento del amor, constante, humilde y
sin pretensiones de vanidad pero con firmeza en sus convicciones y en su
entrega a los demás podrá salvarnos”, sentenció.
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