Este es uno de los últimos avances en el campo de los sensores ópticos químicos, según dijo el profesor de Química Orgánica de la Universidad Complutense de Madrid Guillermo Orellana, que lleva más de 15 años trabajando con sensores ópticos, dispositivos que aprovechan la interacción de la luz con la materia para determinar las propiedades de ésta.
Orellana presidirá desde mañana el VII Congreso Europeo de Sensores y Biosensores Opticos Químicos, que se desarrollará hasta el 7 de abril en Madrid con la participación de más de 250 especialistas.
La aplicación de los sensores ópticos químicos al control del estado de alimentos envasados, que de momento no ha sido comercializada, ha sido desarrollada por investigadores irlandeses y alemanes, que han probado esta tecnología en diferentes pruebas piloto con muy buenos resultados.
Sin abrir
Es la única forma de saber el estado de los alimentos sin abrirlos, mediante la colocación de un sensor o indicador de oxígeno óptico fluorescente dentro del envase, al que "se le interroga", mediante un láser o un diodo a través del plástico, para detectar si ha entrado oxígeno o dióxido de carbono.
El equipo que dirige Orellana ha desarrollado también algunas de las aplicaciones más innovadoras, entre las que se encuentra la monitorización de un proceso químico como, por ejemplo, la síntesis de un plástico, en la planta química de Repsol.
Los sensores ópticos son muy útiles en lugares donde es necesario hacer una medición, como ríos, suelos o aire, e incluso los más inaccesibles, como reactores nucleares, cohetes e incluso en otros planetas, ya que se pueden recoger muestras de manera remota.
Ya existen sensores ópticos químicos en las aguas de algunos ríos españoles y depuradoras, midiendo el oxígeno disuelto que determina la calidad de vida del agua.
Cambios moleculares
El equipo que Orellana desarrolla cabezales sensibles que constan de moléculas precisas que experimentan un cambio cuando hay más o menos oxígeno disuelto.
La fluorescencia de esas moléculas aumenta o disminuye en función del oxígeno, de manera que cuanto más oxígeno, menos fluorescencia, y viceversa.
El grupo español está midiendo además la cantidad de materia orgánica del agua en un río mediante la técnica DBO (Demanda Biológica de Oxigeno), por la que se sabe si el agua es potable o no en función de la materia orgánica que transporta.
El sistema está compuesto por un terminal sensible en el que viven bacterias vivas inmovilizadas que se alimentan de la materia orgánica.
También en medicina
En el campo médico, el grupo español ha desarrollado indicadores ópticos para sangre, que poseen mayor rapidez de actuación y la posibilidad de dar al paciente un tratamiento de choque, ya que se pueden analizar las propiedades de la sangre con sensores ópticos a través de un catéter de fibra óptica sin tener que extraer sangre.
En estos casos, el sensor de oxígeno es la propia hemoglobina, que cambia de color en función del oxigeno y así, la sangre arterial es muy roja y la venosa es más purpúrea.
Orellana presidirá desde mañana el VII Congreso Europeo de Sensores y Biosensores Opticos Químicos, que se desarrollará hasta el 7 de abril en Madrid con la participación de más de 250 especialistas.
La aplicación de los sensores ópticos químicos al control del estado de alimentos envasados, que de momento no ha sido comercializada, ha sido desarrollada por investigadores irlandeses y alemanes, que han probado esta tecnología en diferentes pruebas piloto con muy buenos resultados.
Sin abrir
Es la única forma de saber el estado de los alimentos sin abrirlos, mediante la colocación de un sensor o indicador de oxígeno óptico fluorescente dentro del envase, al que "se le interroga", mediante un láser o un diodo a través del plástico, para detectar si ha entrado oxígeno o dióxido de carbono.
El equipo que dirige Orellana ha desarrollado también algunas de las aplicaciones más innovadoras, entre las que se encuentra la monitorización de un proceso químico como, por ejemplo, la síntesis de un plástico, en la planta química de Repsol.
Los sensores ópticos son muy útiles en lugares donde es necesario hacer una medición, como ríos, suelos o aire, e incluso los más inaccesibles, como reactores nucleares, cohetes e incluso en otros planetas, ya que se pueden recoger muestras de manera remota.
Ya existen sensores ópticos químicos en las aguas de algunos ríos españoles y depuradoras, midiendo el oxígeno disuelto que determina la calidad de vida del agua.
Cambios moleculares
El equipo que Orellana desarrolla cabezales sensibles que constan de moléculas precisas que experimentan un cambio cuando hay más o menos oxígeno disuelto.
La fluorescencia de esas moléculas aumenta o disminuye en función del oxígeno, de manera que cuanto más oxígeno, menos fluorescencia, y viceversa.
El grupo español está midiendo además la cantidad de materia orgánica del agua en un río mediante la técnica DBO (Demanda Biológica de Oxigeno), por la que se sabe si el agua es potable o no en función de la materia orgánica que transporta.
El sistema está compuesto por un terminal sensible en el que viven bacterias vivas inmovilizadas que se alimentan de la materia orgánica.
También en medicina
En el campo médico, el grupo español ha desarrollado indicadores ópticos para sangre, que poseen mayor rapidez de actuación y la posibilidad de dar al paciente un tratamiento de choque, ya que se pueden analizar las propiedades de la sangre con sensores ópticos a través de un catéter de fibra óptica sin tener que extraer sangre.
En estos casos, el sensor de oxígeno es la propia hemoglobina, que cambia de color en función del oxigeno y así, la sangre arterial es muy roja y la venosa es más purpúrea.
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