El día que China alcance el nivel de vida norteamericano, el modelo de desarrollo colapsará.
Un estudio realizado por el Earth Policy Institute estadounidense señala que los chinos podrían convertirse en una auténtica catástrofe ecológica, en caso de que llegaran a plagiar en unas décadas el estilo de vida americano.
Este estudio, que señala que este modelo es incompatible con la vida en la Tierra, advierte del riesgo que supondría que la economía china permitiese a todos los habitantes del país llevar un estilo de vida al más puro estilo capitalista, con su excesivo consumo de carne, sus tres coches por cada cuatro habitantes, sus viajes al extranjero y otras comodidades de las que disfrutan los países desarrollados.
Hoy día, la renta per cápita anual de China es de 5.300 dólares, pero ¿qué pasaría si se alcanza la de los estadounidenses en 2010, que fue de 38.000 dólares? Sucedería una catástrofe ecológica y económica.
Lo que plantea el informe del Earth Policy Institute es que es factible que la renta anual por habitante de China ascienda, ya que desde las reformas que aplicara el país en 1978, su economía ha crecido una media del 8% anual.
Por lo tanto, de seguir con este crecimiento, en 2031 los chinos tendrían la misma renta per cápita que los estadounidenses, lo que entrañaría un riesgo planetario aún mayor que el que padecemos actualmente. En caso de que la economía redujera su desarrollo hasta el 6% anual, esa equiparación se alcanzaría en 2040.
Datos preocupantes
En la década de los treinta, habrá 1.450 millones de chinos sobre la Tierra. Si, para entonces, la mayor parte de ellos viviera como un norteamericano medio actual, la contaminación procedente de los combustibles consumidos por sus vehículos sería equivalente a las emisiones de todas las fuentes de polución activas sobre todo el planeta actualmente.
El consumo de barriles de petróleo al día sería de 99 millones, frente a los 79 millones que se producen ahora mismo a diario en todo el planeta. Tantos barriles alimentarían a un total de 1.100 coches, que necesitarían para existir y moverse (por autopistas, carreteras, aparcamientos...) de un espacio equivalente a todo el destinado hoy por hoy en China al cultivo de arroz.
En lo que se refiere al sector agroalimentario, el consumo de cereales por persona pasaría de los 291 kilos anuales a los 935 kilos. Los chinos comerían en 2031, 181 millones de toneladas anuales, frente a los 64 millones actuales. Para ese año, lo chinos consumirían además 1.352 millones de toneladas de grano anuales, frente a los 382 millones de toneladas que consumieron en 2004.
En lo que se refiere al papel, otro de los elementos característicos de la modernización, los 27 kilos de papel por persona utilizados anualmente por los chinos pasarían a ser 210 kilos por persona, lo que supondría 303 millones de toneladas de papel, casi el doble de la producción mundial actual, que está en 157 millones de toneladas.
Modelo económico obsoleto
Todos estos datos evidencian que el modelo económico occidental no podría funcionar en China, simplemente porque no hay recursos planetarios suficientes.
Pero tampoco podría funcionar en India, país cuya economía crece una media del 7% anual. Ni tampoco para los tres mil millones de personas que aspiran a vivir el modelo americano, ni siquiera, a largo plazo, para los 1.200 millones de personas que ya lo viven.
De estos futuribles se deduce que el modelo de vida occidental es efímero y acabará más tarde o más temprano, puesto que resulta insostenible. La superpoblación mundial y el agotamiento de los recursos planetarios no pueden hacer frente al nivel de consumo y de contaminación del ser humano, lo que sin duda requerirá a medio y largo plazo una adaptación del hombre a su entorno para poder sobrevivir.
Un nuevo modelo económico, señala el Earth Policy Insitute, compatible con nuestro planeta, debería estar basado en fuentes de energía renovables, edificios capaces de aprovechar la energía de fuentes inagotables (como la solar o el viento), así como sistemas de transporte no individualizados. Por otro lado, es imprescindible la desaparición de las emisiones contaminantes.
Todo para frenar, no sólo la extinción de los recursos, sino también la aparición de nuevos conflictos mundiales por la expansión de un modelo económico insostenible por sí mismo.
Este estudio, que señala que este modelo es incompatible con la vida en la Tierra, advierte del riesgo que supondría que la economía china permitiese a todos los habitantes del país llevar un estilo de vida al más puro estilo capitalista, con su excesivo consumo de carne, sus tres coches por cada cuatro habitantes, sus viajes al extranjero y otras comodidades de las que disfrutan los países desarrollados.
Hoy día, la renta per cápita anual de China es de 5.300 dólares, pero ¿qué pasaría si se alcanza la de los estadounidenses en 2010, que fue de 38.000 dólares? Sucedería una catástrofe ecológica y económica.
Lo que plantea el informe del Earth Policy Institute es que es factible que la renta anual por habitante de China ascienda, ya que desde las reformas que aplicara el país en 1978, su economía ha crecido una media del 8% anual.
Por lo tanto, de seguir con este crecimiento, en 2031 los chinos tendrían la misma renta per cápita que los estadounidenses, lo que entrañaría un riesgo planetario aún mayor que el que padecemos actualmente. En caso de que la economía redujera su desarrollo hasta el 6% anual, esa equiparación se alcanzaría en 2040.
Datos preocupantes
En la década de los treinta, habrá 1.450 millones de chinos sobre la Tierra. Si, para entonces, la mayor parte de ellos viviera como un norteamericano medio actual, la contaminación procedente de los combustibles consumidos por sus vehículos sería equivalente a las emisiones de todas las fuentes de polución activas sobre todo el planeta actualmente.
El consumo de barriles de petróleo al día sería de 99 millones, frente a los 79 millones que se producen ahora mismo a diario en todo el planeta. Tantos barriles alimentarían a un total de 1.100 coches, que necesitarían para existir y moverse (por autopistas, carreteras, aparcamientos...) de un espacio equivalente a todo el destinado hoy por hoy en China al cultivo de arroz.
En lo que se refiere al sector agroalimentario, el consumo de cereales por persona pasaría de los 291 kilos anuales a los 935 kilos. Los chinos comerían en 2031, 181 millones de toneladas anuales, frente a los 64 millones actuales. Para ese año, lo chinos consumirían además 1.352 millones de toneladas de grano anuales, frente a los 382 millones de toneladas que consumieron en 2004.
En lo que se refiere al papel, otro de los elementos característicos de la modernización, los 27 kilos de papel por persona utilizados anualmente por los chinos pasarían a ser 210 kilos por persona, lo que supondría 303 millones de toneladas de papel, casi el doble de la producción mundial actual, que está en 157 millones de toneladas.
Modelo económico obsoleto
Todos estos datos evidencian que el modelo económico occidental no podría funcionar en China, simplemente porque no hay recursos planetarios suficientes.
Pero tampoco podría funcionar en India, país cuya economía crece una media del 7% anual. Ni tampoco para los tres mil millones de personas que aspiran a vivir el modelo americano, ni siquiera, a largo plazo, para los 1.200 millones de personas que ya lo viven.
De estos futuribles se deduce que el modelo de vida occidental es efímero y acabará más tarde o más temprano, puesto que resulta insostenible. La superpoblación mundial y el agotamiento de los recursos planetarios no pueden hacer frente al nivel de consumo y de contaminación del ser humano, lo que sin duda requerirá a medio y largo plazo una adaptación del hombre a su entorno para poder sobrevivir.
Un nuevo modelo económico, señala el Earth Policy Insitute, compatible con nuestro planeta, debería estar basado en fuentes de energía renovables, edificios capaces de aprovechar la energía de fuentes inagotables (como la solar o el viento), así como sistemas de transporte no individualizados. Por otro lado, es imprescindible la desaparición de las emisiones contaminantes.
Todo para frenar, no sólo la extinción de los recursos, sino también la aparición de nuevos conflictos mundiales por la expansión de un modelo económico insostenible por sí mismo.
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