El dominio climático de la Corriente del Golfo sobre Europa descansa sobre sucesos ocurridos hace unos 30 millones de años, cuando la Antártida empezó a enfriarse después de que Gondwana, el supercontinente sureño, se desmembrara.
El Dr. Matthew England y su estudiante de doctorado Willem Sijp explican que la pérdida del "puente terrestre" entre Australia y la Antártida aisló a esta última y redujo su temperatura en unos 9 grados Celsius. Una vez quedó sola en el océano del sur, se creó una potente corriente circumpolar que mantuvo separada a la Antártida de las aguas cálidas subtropicales del norte.
Esta corriente circumpolar antártica es una fuerza masiva. Fluye a un ritmo de más de 100 millones de metros cúbicos de agua por segundo y necesita ocho años para rodear por completo el continente helado. Como resultado de ello, las aguas frías de esta zona no dominan a las corrientes oceánicas globales y el clima como lo hacían hace 30 millones de años.
La Corriente del Golfo es una corriente atlántica supercaliente que mueve aguas tropicales hacia el norte, hacia Europa. Al hacerlo, libera calor hacia la atmósfera, proporcionando a los países adyacentes un clima más cálido de lo que sería de otra forma. Las naciones mediterráneas disfrutan de temperaturas más elevadas que otros lugares situados en las mismas latitudes (como Nueva York).
Las corrientes atlánticas, gracias a la presencia de la Antártida, que ha aislado sus aguas frías del resto de los océanos, continúan pues mandando en el clima europeo. Si la Antártida no se hubiera separado como lo hizo hace 30 millones de años, los habitantes del Viejo Continente no pasarían tanto calor en verano.
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