En gran medida, los humanos y otros mamíferos que viven en los entornos sin parásitos propios de los países desarrollados están protegidos contra las infecciones de origen parasitario. A pesar de que esto nos hace la vida más cómoda, los científicos sostienen desde hace tiempo que puede existir un nexo entre la menor exposición a las infecciones y la mayor incidencia que estamos presenciando de trastornos alérgicos y autoinmunitarios como la artritis reumatoide y la diabetes.
La profesora Jan Bradley de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) explicó que «al igual que los ratones de laboratorio, las personas de los países desarrollados están expuestas a un espectro de infecciones muy distinto al de sus antepasados. Es posible que las disfunciones inmunitarias que observamos actualmente sean consecuencia de que nuestro sistema inmunitario ha evolucionado para enfrentarse a unos problemas completamente distintos de los que tiene que afrontar en nuestros días.»
Los investigadores estudiaron a ratones silvestres de un bosque de Nottinghamshire que habían sufrido la infección de varios parásitos. El equipo desarrolló una prueba nueva para averiguar la respuesta inmunitaria inducida por receptores tipo peaje (TLR) del ratón de campo Apodemus sylvaticus y analizó la relación existente entre la infección parasitaria y la activación inmunitaria de estos roedores en condiciones normales.
Para los investigadores era fundamental que los ratones fuesen silvestres. Hasta el momento, las investigaciones sobre el sistema inmunitario se habían realizado principalmente con ratones de laboratorio, que se crían en un entorno muy artificial, sin estrés ni patógenos. «El análisis de la respuesta inmunitaria en poblaciones silvestres puede aportar datos esenciales sobre el funcionamiento del sistema inmunitario en su entorno natural», comentó la profesora Bradley.
Los hallazgos fueron sorprendentes: tanto el Heligmosomoides polygyrus (un nematodo) como el P. serrata (un piojo) afectaban directamente a la activación inmunitaria, pero el piojo ejercía un considerable efecto modulador de la misma. Según el equipo, esto podía obedecer a varias causas. Una posibilidad es que los piojos segreguen una sustancia directamente al organismo del ratón que afecte a su función inmunitaria, aunque también es posible que el piojo sea portador de algún patógeno desconocido aún que tenga efectos inmunodepresores.
Independientemente del mecanismo, explican los investigadores, los efectos de los parásitos en la respuesta inmunitaria ante una serie de infecciones avalan la tesis de que «la ausencia de parásitos en las poblaciones modernas humanas y de animales vertebrados domesticados podría afectar a niveles mucho más profundos de activación inmunitaria innata de lo que lo hiciera en su historia evolutiva reciente».
Estos hallazgos son importantes para el estudio de las respuestas inmunitarias excesivas que hacen que el sistema inmunitario humano ataque a las propias células del organismo o a sustancias inocuas en lugar de a los agentes externos, y que provocan enfermedades como la artritis reumatoide, el asma, la diabetes, la esclerosis múltiple o las alergias.
La profesora Jan Bradley de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) explicó que «al igual que los ratones de laboratorio, las personas de los países desarrollados están expuestas a un espectro de infecciones muy distinto al de sus antepasados. Es posible que las disfunciones inmunitarias que observamos actualmente sean consecuencia de que nuestro sistema inmunitario ha evolucionado para enfrentarse a unos problemas completamente distintos de los que tiene que afrontar en nuestros días.»
Los investigadores estudiaron a ratones silvestres de un bosque de Nottinghamshire que habían sufrido la infección de varios parásitos. El equipo desarrolló una prueba nueva para averiguar la respuesta inmunitaria inducida por receptores tipo peaje (TLR) del ratón de campo Apodemus sylvaticus y analizó la relación existente entre la infección parasitaria y la activación inmunitaria de estos roedores en condiciones normales.
Para los investigadores era fundamental que los ratones fuesen silvestres. Hasta el momento, las investigaciones sobre el sistema inmunitario se habían realizado principalmente con ratones de laboratorio, que se crían en un entorno muy artificial, sin estrés ni patógenos. «El análisis de la respuesta inmunitaria en poblaciones silvestres puede aportar datos esenciales sobre el funcionamiento del sistema inmunitario en su entorno natural», comentó la profesora Bradley.
Los hallazgos fueron sorprendentes: tanto el Heligmosomoides polygyrus (un nematodo) como el P. serrata (un piojo) afectaban directamente a la activación inmunitaria, pero el piojo ejercía un considerable efecto modulador de la misma. Según el equipo, esto podía obedecer a varias causas. Una posibilidad es que los piojos segreguen una sustancia directamente al organismo del ratón que afecte a su función inmunitaria, aunque también es posible que el piojo sea portador de algún patógeno desconocido aún que tenga efectos inmunodepresores.
Independientemente del mecanismo, explican los investigadores, los efectos de los parásitos en la respuesta inmunitaria ante una serie de infecciones avalan la tesis de que «la ausencia de parásitos en las poblaciones modernas humanas y de animales vertebrados domesticados podría afectar a niveles mucho más profundos de activación inmunitaria innata de lo que lo hiciera en su historia evolutiva reciente».
Estos hallazgos son importantes para el estudio de las respuestas inmunitarias excesivas que hacen que el sistema inmunitario humano ataque a las propias células del organismo o a sustancias inocuas en lugar de a los agentes externos, y que provocan enfermedades como la artritis reumatoide, el asma, la diabetes, la esclerosis múltiple o las alergias.
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