Algunas personas creen que los individuos o grupos violentos tienen una naturaleza determinada que no pueden cambiar. Otras creen que se comportan así por culpa de sus gobernantes o por las circunstancias, pero que sí pueden modificar su conducta. Hemos demostrado que estos dos comportamientos marcan una gran diferencia", declara a SINC Eran Halperin, autor principal de un estudio que publica la revista Science.
El trabajo inicial se basó en una encuesta representativa a nivel nacional de 500 judíos israelíes a través del teléfono. Los investigadores encontraron que, cuanto más creían que un grupo era por naturaleza intransigente, más les disgustaban los palestinos y menos compromiso adquirían por negociar o apoyar la paz.
"Nos preguntamos si estas opiniones divergentes eran realmente el 'ingrediente clave' para alcanzar la armonía entre los pueblos. Para saberlo, el siguiente paso fue exponer tanto a los israelíes como a los palestinos a diferentes creencias", explica Halperin.
Introdujeron de forma experimental la creencia de que un grupo determinado tenía una opinión maleable, en contraposición con los de ideas fijas, en judíos israelíes (76), ciudadanos palestinos de Israel (59) y palestinos de Cisjordania (53) -sin mencionar al adversario-.
Los investigadores confirmaron que la opinión de los sujetos con respecto al grupo externo podía ser alterada si creían que la opinión de tal grupo también podía cambiar. "Las creencias fuertemente arraigadas pueden cambiar incluso en el contexto de un conflicto largo y violento como el palestino-israelí", concluyen los expertos.
Investigaciones anteriores demostraron este efecto en individuos en interacciones entre dos personas. Estos nuevos hallazgos han extendido el fenómeno a grupos grandes.
El trabajo inicial se basó en una encuesta representativa a nivel nacional de 500 judíos israelíes a través del teléfono. Los investigadores encontraron que, cuanto más creían que un grupo era por naturaleza intransigente, más les disgustaban los palestinos y menos compromiso adquirían por negociar o apoyar la paz.
"Nos preguntamos si estas opiniones divergentes eran realmente el 'ingrediente clave' para alcanzar la armonía entre los pueblos. Para saberlo, el siguiente paso fue exponer tanto a los israelíes como a los palestinos a diferentes creencias", explica Halperin.
Introdujeron de forma experimental la creencia de que un grupo determinado tenía una opinión maleable, en contraposición con los de ideas fijas, en judíos israelíes (76), ciudadanos palestinos de Israel (59) y palestinos de Cisjordania (53) -sin mencionar al adversario-.
Los investigadores confirmaron que la opinión de los sujetos con respecto al grupo externo podía ser alterada si creían que la opinión de tal grupo también podía cambiar. "Las creencias fuertemente arraigadas pueden cambiar incluso en el contexto de un conflicto largo y violento como el palestino-israelí", concluyen los expertos.
Investigaciones anteriores demostraron este efecto en individuos en interacciones entre dos personas. Estos nuevos hallazgos han extendido el fenómeno a grupos grandes.
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