En un foro celebrado recientemente en la Costa Brava española, diversos especialistas manifestaron que el uso de la farmacogenética permitirá reducir los efectos secundarios de los fármacos y acelerará el proceso de desarrollo de los mismos. Concretamente, esta disciplina servirá a los científicos para «tamizar» los compuestos, centrándose en los más prometedores y desechando los menos adecuados.
Esto resultará beneficioso tanto para la comunidad científica como para los pacientes. La farmacogenética está avanzando a pasos agigantados en una época en que los investigadores tratan de desarrollar medicamentos personalizados. Los fármacos que consumirán los pacientes y los tratamientos a los que se someterán estarán adaptados a sus circunstancias personales y características genéticas, explicaron desde la ESF.
Según los expertos, es fundamental estudiar de qué forma actúan los fármacos en los pacientes, y de qué manera reaccionan éstos, conforme a sus rasgos genéticos. «Este foro ha servido para confirmar que debemos asegurarnos de que los diseños de los estudios sean adecuados, incluidos los de los ensayos controlados aleatorios, a fin de desentrañar la complejidad de las diversas respuestas a un mismo fármaco», explicó el profesor Munir Pirmohamed de la Universidad de Liverpool (Reino Unido). «Debemos aprovechar las nuevas tecnologías, como la exploración del genoma íntegro, para identificar los factores genéticos de predisposición nuevos y conocidos», añadió el presidente del foro.
El profesor Pirmohamed señaló que hay varios factores que provocan efectos secundarios, como la respuesta inmunitaria, el transporte del fármaco y vías metabólicas inesperadas. Indicó asimismo que los efectos secundarios se clasifican en dos grandes categorías: el tipo A y el tipo B.
«La mayoría de reacciones adversas a fármacos (el 80% ó 90% de ellas) son del tipo A. Son predecibles a partir de los aspectos farmacológicos conocidos del medicamento, dependen de la dosis administrada y se pueden mitigar ajustando la dosis a cada paciente», afirmó.
Para respaldar esta afirmación, este investigador de la Universidad de Liverpool tomó el ejemplo de la warfarina, que suele emplearse como anticoagulante. Si la sangre no coagula, el paciente puede sufrir una hemorragia mortal. Por ello se debe administrar la dosis correcta de warfarina, para que el paciente no fallezca ni por coagulación ni por hemorragia. La farmacogénetica sirve precisamente para esto. «En este caso pueden desempeñar un papel importante los factores genéticos», señaló.
Las restantes reacciones a fármacos son del tipo B. Según los expertos, estas reacciones pueden tener origen genético o ser comunes a los pacientes que toman el fármaco en cuestión. Resulta más difícil, dijeron, identificar las reacciones del tipo B mediante la experimentación con animales u otros métodos existentes.
La farmacogenética es crucial en el caso de las reacciones del tipo B, a fin de reconocer las que podrían ser letales e incluso las que afectan a las células de memoria del sistema inmunitario, según la ESF. «El sistema inmunitario tiene una función importante en las reacciones adversas, y este foro se centró en ciertos aspectos de la predisposición a las reacciones motivadas por este sistema», explicó el profesor Pirmohamed.
Durante el foro también se prestó atención al sistema de antígenos leucocitarios humanos (HLA). Este sistema no sólo regula la producción y el funcionamiento de las proteínas inmunitarias, sino que también es responsable de la variación individual en la respuesta inmunitaria que conduce a la protección frente a las enfermedades a escala de toda la población y el rechazo a sangre, tejidos u órganos donados incompatibles, informó la ESF.
«Tras el congreso, y conforme a los descubrimientos de los últimos años, queda claro que el sistema HLA influye en gran medida en la predisposición a ciertas reacciones adversas mediadas por el sistema inmunitario», concluyó el profesor Pirmohamed.
Esto resultará beneficioso tanto para la comunidad científica como para los pacientes. La farmacogenética está avanzando a pasos agigantados en una época en que los investigadores tratan de desarrollar medicamentos personalizados. Los fármacos que consumirán los pacientes y los tratamientos a los que se someterán estarán adaptados a sus circunstancias personales y características genéticas, explicaron desde la ESF.
Según los expertos, es fundamental estudiar de qué forma actúan los fármacos en los pacientes, y de qué manera reaccionan éstos, conforme a sus rasgos genéticos. «Este foro ha servido para confirmar que debemos asegurarnos de que los diseños de los estudios sean adecuados, incluidos los de los ensayos controlados aleatorios, a fin de desentrañar la complejidad de las diversas respuestas a un mismo fármaco», explicó el profesor Munir Pirmohamed de la Universidad de Liverpool (Reino Unido). «Debemos aprovechar las nuevas tecnologías, como la exploración del genoma íntegro, para identificar los factores genéticos de predisposición nuevos y conocidos», añadió el presidente del foro.
El profesor Pirmohamed señaló que hay varios factores que provocan efectos secundarios, como la respuesta inmunitaria, el transporte del fármaco y vías metabólicas inesperadas. Indicó asimismo que los efectos secundarios se clasifican en dos grandes categorías: el tipo A y el tipo B.
«La mayoría de reacciones adversas a fármacos (el 80% ó 90% de ellas) son del tipo A. Son predecibles a partir de los aspectos farmacológicos conocidos del medicamento, dependen de la dosis administrada y se pueden mitigar ajustando la dosis a cada paciente», afirmó.
Para respaldar esta afirmación, este investigador de la Universidad de Liverpool tomó el ejemplo de la warfarina, que suele emplearse como anticoagulante. Si la sangre no coagula, el paciente puede sufrir una hemorragia mortal. Por ello se debe administrar la dosis correcta de warfarina, para que el paciente no fallezca ni por coagulación ni por hemorragia. La farmacogénetica sirve precisamente para esto. «En este caso pueden desempeñar un papel importante los factores genéticos», señaló.
Las restantes reacciones a fármacos son del tipo B. Según los expertos, estas reacciones pueden tener origen genético o ser comunes a los pacientes que toman el fármaco en cuestión. Resulta más difícil, dijeron, identificar las reacciones del tipo B mediante la experimentación con animales u otros métodos existentes.
La farmacogenética es crucial en el caso de las reacciones del tipo B, a fin de reconocer las que podrían ser letales e incluso las que afectan a las células de memoria del sistema inmunitario, según la ESF. «El sistema inmunitario tiene una función importante en las reacciones adversas, y este foro se centró en ciertos aspectos de la predisposición a las reacciones motivadas por este sistema», explicó el profesor Pirmohamed.
Durante el foro también se prestó atención al sistema de antígenos leucocitarios humanos (HLA). Este sistema no sólo regula la producción y el funcionamiento de las proteínas inmunitarias, sino que también es responsable de la variación individual en la respuesta inmunitaria que conduce a la protección frente a las enfermedades a escala de toda la población y el rechazo a sangre, tejidos u órganos donados incompatibles, informó la ESF.
«Tras el congreso, y conforme a los descubrimientos de los últimos años, queda claro que el sistema HLA influye en gran medida en la predisposición a ciertas reacciones adversas mediadas por el sistema inmunitario», concluyó el profesor Pirmohamed.
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