La mielina es necesaria para que se propaguen correctamente los impulsos nerviosos entre neuronas y para que se ejecuten las órdenes del cerebro que hacen posible el movimiento. En la edad infantil, estas enfermedades suelen ser genéticas y afectan a un único gen. En la edad adulta, son enfermedades de tipo inflamatorio, como la esclerosis múltiple. «En el caso concreto de las enfermedades infantiles, cada una en particular es rara o muy rara, pero si se consideran todas como un grupo, entonces, la incidencia es alta, de un afectado por cada mil individuos», explica Raúl Estévez, premio ICREA Academia y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER). «Por otra parte -añade el experto-, en un porcentaje muy elevado de los niños con afectación de la mielina, el diagnóstico no es claro y no se puede llegar a ninguna conclusión».
En los últimos años, gracias a la aplicación de patrones de anormalidades en las imágenes de resonancia magnética del cerebro, se han ido definiendo nuevas enfermedades. Así, en 1995 se identificó una enfermedad de la mielina con herencia autosómica recesiva llamada leucoencefalopatía megalencefálica con quistes subcorticales (MLC). En 2001, se descubrió que el gen responsable del 75 % de los casos de esta enfermedad es el llamado MLC1 y, al mismo tiempo, se vio que existían otros casos que no se podían explicar por mutaciones de este gen. En el 25 % restante, se observaron dos fenotipos clínicos: en uno de ellos, el curso clínico, con degeneración progresiva, es el mismo que el del grupo mayoritario; en el otro, en cambio, la enfermedad mejora o desaparece. El denominador común en estos pacientes es la presencia de macrocefalia, que se puede presentar con autismo y dificultad para el aprendizaje.
El estudio publicado en la revista The American Journal of Human Genetics parte de la heterogeneidad de la enfermedad para buscar otros genes responsables de esta mutación. Para identificarlos, se han combinado estudios bioquímicos con estudios genéticos y los resultados demuestran que los pacientes con degeneración progresiva presentan dos mutaciones en el gen GLIALCAM, mientras que los otros tienen una única mutación en este mismo gen, que indica una herencia autosómica dominante. En este mismo estudio, donde también se describen los defectos bioquímicos de la enfermedad, se ha podido determinar que ciertas mutaciones en el GLIALCAM también causan macrocefalia familiar benigna y macrocefalia con retraso mental, con o sin autismo.
«Aunque la función del gen GLIALCAM sigue siendo desconocida, la investigación demuestra que son necesarios trabajos multidisciplinarios colaborativos y translacionales para avanzar en las causas que explican estas enfermedades poco frecuentes y para encontrar nuevas terapias», concluye Estévez.
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