E
l proyecto PROMISE («Protección de los consumidores gracias a la mitigación de riesgos microbianos mediante prácticas de segregación de conocimientos especializados») recibió cerca de 3 millones de euros a través del tema «Alimentos, agricultura y pesca, y biotecnología» (KBBE) del Séptimo Programa Marco (7PM) de la UE. En él participan veinte socios de Austria, Croacia, República Checa, Alemania, Grecia, Hungría, Irlanda, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, España, Turquía y Reino Unido que obtendrán muestras de alimentos confiscados en los principales puertos y aeropuertos europeos y en otros pasos de frontera de menor tamaño para estudiar las bacterias que contienen.
El transporte de alimentos hacia Europa desde otros países puede acarrear consecuencias nefastas para la salud, sobre todo si se tiene en cuenta que los estándares de higiene en la producción de alimentos en muchos países tropicales y subtropicales no se ajustan a los patrones europeos. Martin Wagner, del Instituto para la Higiene, la Tecnología y la Ciencia de los Alimentos Lácteos de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), entidad coordinadora del proyecto, explicó que: «Sólo en el aeropuerto de Fráncfort se retuvieron en un periodo de 15 meses unas 22 toneladas de alimentos que los viajeros habían traído consigo en más de 5 000 vuelos. Y probablemente esta cifra sea tan sólo la punta del iceberg. Las autoridades del aeropuerto de Viena también realizan comprobaciones y con frecuencia encuentran alimentos de origen animal importados de forma ilegal.»
No obstante, pocos pasajeros conocen las normas que dictan qué es posible traer y qué no. Además, incluso cuando se descubren productos alimenticios, en contadas ocasiones se realizan análisis sobre las bacterias que contienen o su peligrosidad.
Martin Wagner señala los dos objetivos principales del proyecto PROMISE: «Nuestra intención es realizar un estudio sobre los gérmenes introducidos en los alimentos e investigar el potencial de estas bacterias para provocar enfermedades.»
Los socios del proyecto pondrán en común información de toda Europa para lograr una evaluación más precisa de los riesgos que generan los alimentos contaminados de origen animal y generarán una base de datos exhaustiva sobre aislados bacterianos identificados durante el proyecto. PROMISE también mejorará la comunicación entre las autoridades responsables de la gestión de riesgos de cada uno de los Estados miembros y países candidatos.
En la actualidad se estima que el origen de la epidemia de E. coli de junio de 2011 en Alemania fue un envío de semillas de fenogreco procedente de Egipto. En dicho país europeo la epidemia se cobró 48 vidas antes de trasladarse a otras partes de Europa como Francia.
Todos los humanos y animales portan bacterias de E. coli en su intestino, pero normalmente son inocuas. No obstante, existen cepas productoras de toxinas que pueden causar diarrea sangrante grave y enfermedad renal aguda que hacen necesaria la hospitalización de los pacientes en unidades de cuidados intensivos.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) recomienda, con el fin de reducir el riesgo de contaminación por E. coli, lavarse las manos minuciosamente antes de preparar, servir o consumir alimentos y después de utilizar el cuarto de baño o cambiar unos pañales, manipular vegetales o carne crudos, visitar una granja o tocar animales y entrar en contacto con heces de animales domésticos.
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