E
l prototaxites ha generado arduas controversias a lo largo de más de un siglo. Originalmente clasificado como una conífera, después se argumentó a través de sucesivas teorías que podía tratarse de un liquen, alguno de varios tipos de algas o un hongo. En cualquier caso, las características de esta forma de vida sorprendieron a muchos de quienes la investigaron. El organismo crecía adoptando una forma parecida a la de un tronco de árbol. Esos "troncos" superaban los 6 metros de altura. El organismo llegó a ser el más grande en tierra durante una época.
El nuevo estudio ha permitido obtener nuevas evidencias, que indican que el enigmático ser fue un hongo. La clasificación como hongo surgió por primera vez en 1919, y Francis Hueber (del Museo Nacional de Historia Natural en Washington, D.C.) revivió la idea en el 2001. Su detallado estudio de la estructura interna ha proporcionado la más fuerte evidencia anatómica de que el prototaxites no fue una planta, sino un hongo.
Hueber hizo una gran contribución en años pasados. Aportó argumentos convincentes de que la estructura interna de este organismo apuntaba a que era un hongo. El gran problema es que nunca pudo encontrar la evidencia definitiva en forma de estructuras reproductivas que pudieran convencer al mundo de que, sin lugar a dudas, se trataba de un hongo.
Como coautores del estudio junto con el propio Hueber y C. Kevin Boyce (Universidad de Chicago), figuran Carol Hotton (Museo Nacional de Historia Natural en Washington, D.C.); Marilyn Fogel, George Cody y Robert Hazen (Instituto Carnegie de Washington) y Andrew Knoll (Universidad Harvard).
El prototaxites vivió por muchas partes del planeta en el período comprendido entre hace unos 420 millones de años y hace unos 350 millones. Durante esta época, que abarcó parte de los períodos Silúrico y Devónico, el paisaje natural de la Tierra era bastante extraño en comparación con el actual.
Al respecto de por qué estos organismos alcanzaron un tamaño tan grande, los investigadores tienen algunas ideas. Básicamente, creen que eso capacitaba al prototaxites para distribuir sus esporas a mayor distancia, permitiéndole ocupar hábitats pantanosos adecuados, que pudieron estar distribuidos formando parcelas en el terreno.
Los ecosistemas devónicos, bastante sencillos, ciertamente no parecían contener nada que impidiera a estos hongos crecer poco a poco durante un largo período de tiempo. Los animales terrestres herbívoros aún no habían evolucionado. Pero, incluso librándose de ser comido por los dinosaurios y los elefantes que aparecieron mucho después, el prototaxites crecía demasiado despacio como para recuperarse de alteraciones de cualquier índole, que en todo ecosistema se acaban presentando.
Es difícil imaginarse a estas cosas sobreviviendo en el mundo moderno.
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