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urante las excavaciones destinadas a la construcción de la presa de Gilboa realizadas hace cerca de un siglo, un equipo identificó cientos de fósiles de tocones pertenecientes a grandes árboles (denominados árboles de Gilboa). No obstante, no se realizó un registro pormenorizado del contexto geológico de los tocones, del suelo en el que crecieron los árboles ni de la separación entre ellos. La cantera generada se rellenó al concluir la presa. Este último estudio ha sido el primero en examinar el bosque fósil de Gilboa. Otros anteriores se dedicaron a piezas del mismo conservadas en museos y a afloraciones pequeñas de distintos niveles del bosque en arroyos cercanos.
Cuando la cantera se vació parcialmente hace dos años para llevar a cabo tareas de mantenimiento de la presa, un grupo de investigadores y trabajadores de la empresa concesionaria realizaron un estudio del emplazamiento. El profesor Bill Stein de la Universidad de Binghamton (Estados Unidos) y Frank Mannolini, técnico de la colección de paleontología del Museo del Estado de Nueva York (Estados Unidos), descubrieron que la base de la cantera original se había sacado a la luz y que las raíces y las posiciones de los tocones se habían conservado.
Según el Dr. Chris Berry de la Escuela de Ciencias de la Tierra y Oceánicas de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) y colaborador del estudio: «Por primera vez se ha logrado coordinar la limpieza de unos 1 300 metros cuadrados para su investigación. Gracias a ello se ha generado un mapa con la posición de todas las plantas fósiles en dicha superficie.»
Según informaron los investigadores, las bases de los árboles de Gilboa son una depresiones en forma de cuencos de cerca de dos metros de diámetro alrededor de las cuales hay miles de raíces. Añadieron que estas son las bases de unos árboles de hasta diez metros de altura similares a palmeras o helechos arbóreos.
El equipo halló tallos leñosos en posición horizontal de un grosor de hasta quince centímetros. Fuentes del equipo afirmaron que estos tallos se asemejan a los troncos rastreros de Aneurophytalean progymnosperm, otro tipo de planta. También se descubrió un ejemplar arbóreo de gran tamaño de la familia Lycopodiaceae, un árbol que genera estratos de carbón en rocas más jóvenes de Europa y Norteamérica.
«Todos estos datos demuestran que el "bosque más antiguo" de Gilboa era mucho más complejo ecológicamente de lo que se pensaba y que probablemente contuviera mucho más carbono atrapado en forma de madera que lo que se pensaba hasta ahora», explicó el Dr. Berry. «Esto permitiría deducir con mayor precisión la forma en la que la evolución de los bosques modificaron el planeta. A título personal, la oportunidad de pasear por el suelo de un bosque prehistórico e imaginar las plantas que he estudiado como fósiles desde hace más de veinte años erguidas en las posiciones marcadas por sus tocones ha sido un hito en mi carrera. Hace siete años Linda [VanAller Hernick] y Frank Mannolini descubrieron un fósil completo de un árbol de Gilboa. Un hallazgo sorprendente. Pero ahora hemos dado nada menos que con un bosque completo.»
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