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os iones en una disolución se mueven a cientos de metros por segundo a temperatura ambiente y presión normal. La energía térmica de estos iones puede alcanzar varios kilojulios por kilo y grado de temperatura. Sin embargo, hasta ahora se había hecho poco para recuperar parte de esa energía.
Zihan Xu y sus colaboradores han construido una batería basada en una lámina de grafeno a la que han pegado un electrodo de oro y otro de plata. En sus experimentos introdujeron seis de estos dispositivos conectados en serie en una disolución de cloruro de cobre y se generaba una corriente eléctrica de 2V. La corriente producida era suficiente como para alimentar un LED comercial.
En este caso se supone que no hay conversión de energía química en electricidad como en las baterías convencionales y además funciona continuamente siempre y cuando haya energía térmica en el sistema que se pueda tomar del entorno. Digamos que siempre y cuando haya una fuente de calor la batería nunca se agota.
Según los investigadores la batería funciona de manera similar a como lo hace una célula solar. Los iones de cobre colisionan (a 300 m/s a temperatura ambiente) contra la lámina de grafeno y transfieren energía cinética a la misma. Estas colisiones son suficientes como para desplazar cargar (electrones) de la red cristalina del grafeno. Los electrones o bien se combinan con los iones de cobre o viajan a través del grafeno hasta los electrodos que pueden formar un circuito cerrado que en el exterior alimente un LED, por ejemplo.
Estos investigadores afirman que la batería en cuestión ha estado 20 días funcionando ininterrumpidamente a partir de sólo el calor ambiental.
La ventaja del grafeno es que en él los electrones se mueven muy rápido y se comportan como si fueran partículas relativistas sin masa. Se mueven mucho más rápido que a través de la disolución. Así que los electrones "prefieren" viajar por el circuito formado por el grafeno que por la disolución. De este modo se produciría el voltaje, según los autores.
El voltaje se puede incrementar mediante el calentamiento de la disolución y aumentando la velocidad de los iones de cobre con ultrasonidos. En ambos casos sube la energía cinética de los iones. Los investigadores realizaron experimentos con otras sales como las de sodio, potasio, cobalto y níquel, pero con éxito un poco inferior (menor voltaje obtenido).
Otros grupos habían conseguido generar electricidad haciendo pasar agua a través del grafeno, así que la idea quizás no sea del todo descabellada.
Aunque todavía no está claro si este sistema tiene el rendimiento suficiente como para que tenga usos prácticos.
¿Se imagina el lector que fuese rentable y todos tuviéramos en casa una gran pila de este tipo? ¿Demasiado bonito para ser verdad?
El peor escenario es que la energía producida se dé porque haya algún tipo de reacción química en el dispositivo (dos metales distintos en una disolución suena demasiado familiar). Si fuese así la idea seria totalmente inútil. Aunque Zihan dice haber descartado esta posibilidad, habrá que esperar la confirmación por parte de otros laboratorios.
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