P
ero quizás las arqueas sean la más interesantes. A los biólogos del pasado estos seres microscópicos procariotas les parecieron bacterias en un principio. Pero en los años setenta se les reconoció como una forma de vida muy distinta a la bacteriana. Se creyó que eran pocas y que su papel en la biosfera era más bien escaso, pero con el tiempo se ha visto que no es así. Entre otras cosas las arqueas tienen un papel importante en el ciclo del nitrógeno y resultan ser mucho más abundantes de lo que pensaba. Sin embargo, no parecían formar parte de ninguna red trófica.
Las arqueas son famosas porque muchas de ellas son extremófilas, pues viven en ambientes extremos en donde la acidez, temperatura o salinidad impiden otras formas de vida. Las que nos interesan en esta historia viven de metabolizar el metano, impidiendo en la medida de los posible que este potente gas de efecto invernadero se acumule en exceso en la atmósfera.
Una de las preguntas básicas que se hace cualquier ecólogo es si una forma de vida puede servir de fuente de alimento a los animales. Pues bien, unos investigadores tomaron unos gusanos marinos, que normalmente viven en fondos marinos profundos cerca de Costa Rica o EEUU, y les dieron arqueas metanógenas para comer. Compararon los resultados con otros tipos de alimentos como bacterias, arroz o espinacas. Las arqueas resultaron tan buen alimento para los gusanos como cualquier de los otros. Las arqueas son, por tanto, una fuente viable de alimento, al menos para algunos animales.
La elección de los gusanos no es casual, ya que en un estudio de campo en Costa Rica encontraron estos gusanos entre las rocas del fondo marino en donde había arqueas metanógenas. El análisis isotópico del metano demostró que los gusanos ingerían estos microorganismos. En otros estudios se había intentado demostrar esto mismo con el análisis de lípidos y otros mecanismos sin demasiado éxito.
Gusanos de la misma familia se han encontrado en zonas ricas en hidratos de metano a lo largo de la costa del Pacífico de los EEUU, por lo que es posible vivan de las arqueas que metabolizan el metano de esos hidratos. Si resulta que este tipo de comportamiento es generalizado el impacto de estos microorganismos sobre el ciclo del metano sería enorme, sobre todo debido a la importancia de este compuesto como gas de efecto invernadero. Al parecer gran parte del metano oceánico sería consumido por las arqueas antes de que alcanzara la superficie del mar.
Podría además haber otros animales que también consuman arqueas y que todavía no se haya descubierto. Incluso que se alimenten de otras arqueas que no consuman metano.
La moraleja es que es difícil que la evolución no dé con una manera de hacerse con cualquier tipo de alimento que esté disponible, sobre todo si éste es abundante.
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