E
n el Antiguo Egipto, sacerdotes y sacerdotisas egipcias debían depilarse el cuerpo entero antes de entrar en los templos. Por razones de estética e higiene, esta práctica era también profesada por la plebe, usando las mujeres cremas depilatorias, fuego, el raspado con piedra pómez, arrancado con hilo o agresivas pociones a base de cal viva. Los hombres utilizaban navajas de sílex, cobre y posteriormente hierro.
Los griegos consideraban que un cuerpo depilado era el ideal de belleza, juventud e inocencia. Es por ello, que en las clases sociales altas, se llevase a cabo esta práctica. Esta costumbre se trasladó a las romanas, habiendo en los baños públicos cuartos para la depilación. Existían esclavos que depilaban en los prostíbulos el vello púbico de las cortesanas.
Alejandro el Grande obligaba a sus soldados a afeitarse para que así sus adversarios no pudiesen tirarles de las barbas. En Rusia, el zar Pedro I el Grande prohibió a sus oficiales que se dejasen barba bajo multa por desobediencia. En Japón, los hombres se afeitan la cabeza para pedir disculpa. Los musulmanes, tanto hombres como mujeres, se depilan para mantener su cuerpo limpio. Sin embargo, los cristianos consideran la depilación de las partes íntimas como un acto pecaminoso.
En España, en el año 840 d.C., un famoso cantante proveniente de Bagdad, Ziryab, abrió el primer instituto de belleza del mundo en la ciudad andaluza de Córdoba. También introdujo el pelo corto en los hombres y el color blanco de la vestimenta en verano e impuso el orden en las comidas, con las sopas de primer plato, las carnes y pescados de segundo, y los dulces de postre.
En el reino animal, el bello tiene diversas funciones, como la de aislar el cuerpo del frío o de proteger el cuerpo del sol. Sin embargo, también tiene desventajas, como la de servir de nido a parásitos, como los piojos, que portan enfermedades. Es por ello, que si una especie animal no requiere de sus ventajas es mejor que no lo tenga.
Dado que el hombre es capaz de modificar el entorno que le rodea o utilizar recursos para su adaptación al mismo, el pelo de nuestros antepasados ya no era necesario y su ausencia era síntoma de salud. Es por ello, que en el criterio de selección de pareja de nuestros antepasados, se tuviese en cuenta la ausencia de dicho revestimiento inútil.
Maquinillas de Afeitar
Las primeras navajas de afeitar surgen en la Edad de Piedra (hace 2,5 millones de años). Consistían en rudimentarias piedras de obsidiana tallada cuyos filos afilados debían tallarse regularmente. Con posterioridad se utiliza el cobre, que al ser un metal blando se mellaba rápidamente por lo que debía ser bastante doloroso el afeitado. Con la parición del acero, los barberos se convierten también en cirujanos, dado la especialización de su técnica. En 1927, A.B. Moler escribe un tratado del afeitado en el que distinguía 14 zonas de la barba, por su diferente apoplejía.
En 1895, el estadounidense King Camp Gillette desarrolla una maquinilla de afeitar desechable que protege la hoja con dos piezas metálicas que impiden que ésta se desplace hacia los lados y pueda cortar la cara. Seis años más tarde, junto con el ingeniero William Nickerson, inventa una hoja afilada por dos de sus lados, la hoja de afeitar que persistirá hasta nuestros días y que empieza a comercializarse en 1904. En su primer año, vendieron 51 maquinillas de afeitar y 168 cuchillas. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos compra 3,5 millones de maquinillas y 36 millones de hojas, ya que la barba impedía el uso adecuado de las máscaras anti-gas. Durante este periodo, en Estados Unidos, varias compañías, como Wilkinson, convencen a las mujeres de que deben depilarse las axilas para parecer más femeninas.
En 1971, Gillette desarrolla la primera maquinilla de afeitar desechable de dos hojas. Ello supuso una revolución, al conseguir un mejor acabado, ya que la primera hoja cortaba y levantaba el pelo, mientras que la segunda lo cortaba nuevamente, pero por debajo del nivel de la piel. Posteriormente se desarrollo l cabezal pivotante y hojas suspendidas independientemente y en 1998 Gillete vuelve a revolucionar el mercado de las maquinillas al desarrollar una con tres hojas, gracias a la aplicación de la tecnología láser. La respuesta de la competencia, Schick-Wilkinson, fue la aparición de las cuatro hojas.
Actualmente, las hojas de afeitar están tan afiladas que el grosor de su filo se mide en amstrongs, es decir, en el orden del tamaño de los átomos. Mientras que el grosor de un pelo es de un millón de amstrongs, el de una hoja de afeitar es de unos 300 amstrongs. Sin embargo, antes de cortar el pelo, éste se vence por el contacto con la hoja haciendo que después de cortarse, y al recuperar su estado vertical, el borde del pelo tenga una forma biselada, de ahí que al crecer pinche su extremo. También se emplea un polímero, el politetrafluoruroetileno, también conocido como teflón, para recubrir las hojas de afeitar de acero con el objeto de reducir la abrasión y así evitar el arrastre de los pelos.
En 1910, Willis G. Shockey patenta la predecesora de la afeitadora eléctrica, una máquina cuyas cuchillas se accionaban mediante una manivela accionada a mano que duraba un cierto tiempo. En 1923, Jacob Schick, que ya había inventado la maquinilla de repetición por la sucesión de las hojas, patenta la primera máquina de afeitar eléctrica. Ocho años después vende su primera máquina eléctrica de dimensiones reducidas por 25$.
El pelo humano seco tiene la misma dureza que un cable de cobre del mismo grosor, estando formado por moléculas de queratina. Al contacto con el agua pierden su dureza ya que el conjunto es menos denso. Es por ello, que debe utilizarse agua para el afeitado, y que ésta quede adherida, haciendo un 70% más fácil el afeitado.Esta propiedad se la deben a los surfactantes, compuestos químicos capaces de reducir la tensión superficial del agua, lo que permite que ésta se pueda extender y humedecer distintos tipos de superficies. Estas cremas también lubrican la piel evitando que las hojas penetren más allá de la capa de células muertas de la epidermis y corten así la piel viva, produciendo la consiguiente irritación y picor. La forma de esparcir la crema también ha cambiado durante los años. Al comienzo se utilizaban las brochas de pelo de tejón, dado que eran capaces de absorber mucha agua. Posteriormente aparecieron los aerosoles, un invento americano que apareció en la segunda guerra mundial y era utilizado para rociar zonas para así matar mosquitos...
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