La Patagonia, en el extremo austral de América del Sur, es objeto de todo tipo de mitos, narraciones fabulosas y representaciones, imaginarias o verdaderas, que el museo parisino del Quai Branly explora en una fascinante exposición que abre el martes, hasta el 13 de mayo.
La Patagonia, en el extremo austral de América del Sur, es objeto de todo tipo de mitos, narraciones fabulosas y representaciones, imaginarias o verdaderas, que el museo parisino del Quai Branly explora en una fascinante exposición que abre el martes, hasta el 13 de mayo.
Para reunir los cientos de grabados, dibujos, fotos, mapas y libros expuestos en "Patagonia, imágenes del fin del mundo", el museo parisino buscó en sus colecciones y en las de otros museos franceses y alemanes, y hasta en las de un convento alemán, explicó la comisaria, Christine Barthe.
La experta del museo parisino dedicado a las culturas no occidentales y el historiador e investigador británico Peter Mason diseñaron esta muestra en forma de un recorrido "alegórico y literario", visual y sonoro, en el que el visitante deambula por las salas, dejándose llevar por la magia de imágenes y narraciones.
La exposición recuerda que ese territorio inmenso y misterioso fue descrito por primera vez por el navegante, explorador y cartógrafo Antonio Pigafetta, nacido en Venecia en 1480, en su diario de la primera vuelta al mundo de Fernando de Magallanes.
Esas crónicas "dieron origen a representaciones imaginarias de la Patagonia, como el fin del mundo donde todo es posible", señaló Mason en conversación con la AFP.
Basándose en sus descripciones, dibujantes y artistas dieron rienda suelta a su imaginación, produciendo imágenes de animales y hombres fabulosos, que reviven en la muestra gracias a libros antiguos, como los "Grandes viajes" de Theodore de Bry.
El recorrido empieza recordando el origen de la palabra Patagonia, que deriva de Patagones, nombre que dieron los miembros de la expedición de Magalles a los indígenas cuando los vieron por primera vez, en 1520.
Magallanes, que adoraba las novelas de caballería de la época, recordó una de ellas, "Primaléon", que relata la captura del gigante Pantagón, cuando vio a los pobladores, que según las crónicas eran grandes y fuertes, con grandes pies. Y los llamó Patagones.
El visitante escucha episodios de esa novela épica publicada en Salamanca en 1512 con el título de "Segundo Libro de Palmerín", y se sume en las leyendas de esos gigantes, y de los animales fabulosos que cautivaron la imaginación de los exploradores, pero también de los artistas.
El punto de partida de la muestra son esos mitos surgidos de las crónicas de navegantes -lo que se llama "la ficción cosmográfica"-, pero también trabajos de antropólogos como el chileno Martín Gusine, que entre 1918 y 1924 recorrió Tierra del Fuego y estudió las tradiciones y ritos de sus pobladores.
"Gusine fue un misionero y etnólogo que fue uno de los pocos que pudo observar, estudiar y fotografiar la ceremonia del Hain, un ritual iniciático masculino, que puede tomar hasta un año", dijo Mason.
"Esta es la primera vez que se exponen unas 40 de las fotografías originales de Gusine", subrayó Christine Barthe.
Mason recordó que la Patagonia ha cautivado la imaginación de escritores, como el chileno Francisco Coloane, del británico Bruce Chatwin, pero también la de artistas. "En el mapa del mundo que hicieron los surrealistas, en 1929, Estados Unidos no existe, y la Patagonia ocupa un lugar importante", recordó.
"Ellos redimensionaron el mundo, en base a su importancia para la imaginación, para el arte", notó. "Y esa tierra sigue ejerciendo una gran fascinación", concluyó.
Prueba de que la Patagonia y sus mitos siguen ejerciendo fascinación sobre artistas son las fotos de cuatro artistas contemporáneos, entre ellos del cordobés Hugo Aveta, quien retrató los inmensos glaciares, y de Estebán Pastorino Díaz, que explora con su cámara los paisajes de este "fin del mundo".
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