Además de sentir un «dolor fantasma» en el miembro ausente, la gente que ha sufrido una amputación padece a menudo depresión grave y fobia social, así como una imagen distorsionada de sí mismos. Tal y como se establece en los objetivos de SmartHand, crear una mano artificial funcional que se pueda sentir como parte del cuerpo de una persona mejoraría en gran medida la calidad de vida de los pacientes, ya que estos recobrarían la imagen positiva de sí mismos y se sentirían más aceptados socialmente.
Los investigadores sometieron a estudio a dieciocho personas con amputaciones entre la muñeca y el codo y que utilizaban una prótesis de manera regular. Se preguntó a los sujetos acerca del síndrome del miembro fantasma y sobre otras sensaciones relacionadas con la ausencia de la extremidad. También si sentían tacto en sus dedos o cualquier otra parte de la mano al tocar distintas partes del muñón. Tras esta evaluación, se sometieron a la denominada «ilusión del brazo de goma».
Dicha ilusión consistía en tocar el muñón del miembro amputado del sujeto sin que el paciente mirara el muñón, sino en su lugar un brazo de goma manipulado a la vez. El experimento hace que el cerebro interprete información visual, táctil y espacial en conflicto y provoca como resultado una percepción distorsionada. Los sujetos, en distintos grados, sintieron que la presión procedía de la mano protésica en lugar del muñón.
Los científicos quedaron gratamente sorprendidos puesto que, cuando este experimento se lleva a cabo en sujetos «normales», su exactitud debe ser elevada para que la ilusión funcione. «En individuos normales es fundamental estimular exactamente los mismos puntos en el brazo de goma y en el real para que la ilusión surta efecto», escriben. «Así que, ¿cómo podría funcionar la ilusión en amputados que ni siquiera tienen una mano que estimular?»
Los resultados plantean cuestiones fundamentales sobre la forma en la que el cerebro distingue las distintas partes del propio cuerpo y los objetos del entorno.
El éxito de la ilusión fue confirmado mediante la descripción de la propia experiencia de los sujetos, la tendencia a señalar el brazo de goma al pedirles que indicaran el punto de estimulación y las pruebas de respuesta fisiológica, como por ejemplo si comenzaban a sudar cuando se pinchaba la mano de goma con una aguja. Muchos sujetos sintieron el brazo de goma como si fuera suyo. Curiosamente, los investigadores observaron que si el tiempo transcurrido desde la amputación era menor, la ilusión cobraba más fuerza.
Los descubrimientos abren nuevas puertas para la creación de miembros protésicos que se puedan sentir como parte del propio cuerpo.
«De ahora en adelante exploraremos las posibilidades de desarrollar un miembro protésico que sea capaz de registrar el tacto y estimular el muñón en el que está colocado», declaró el Dr. Henrik Ehrsson del Instituto Karolinska (Suecia). «Si engañar al cerebro de esta forma hace posible la creación de una prótesis con sensibilidad, podemos estar ante un avance importante hacia la creación de miembros protésicos más prácticos que los que hay en el mercado hoy en día.»
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