La palabra metrosexual nació en Inglaterra en 1994, fue creada por el periodista británico Mark Simpson.
El típico metrosexual es un joven consumista, marquista, con dinero para gastar, que vive en las metrópolis siguiendo las tendencias de la moda en todos los símbolos del consumo: indumentaria, alimentación, actividades de tiempo libre, detallado cuidado estético y una visión del mundo que empieza y termina en sí mismo.
El estereotipo es el individuo que se deja guiar por sus deseos eróticos, estéticos, de consumo y afectivos, y atraviesa las convenciones sociales establecidas en cuanto a los roles de género.
Estos nuevos amantes de la estética masculina se tiñen mechas en el pelo, visten de Valentino, Armani o Gaultier, salen de compras y leen revistas de moda, diseño, autos, barcos, relojes, vinos y cocina gourmet.
Pero existen variantes. Si al típico estudiante tímido y enfrascado en los libros, que disfruta con las matemáticas y la informática, se le da un toque de glamour, se convierte en un "tecnosexual".
Su interés es estar en lo último en cuanto a tecnología se refiere: teléfonos móviles de tercera generación con diseños llamativos y colores vivaces, lo último en computación, videojuegos, cámaras digitales, música en formato digital y un estado de comunicación múltiple y continua.
Lucen la tecnología como si fueran sus joyas más preciadas. El tecnosexual es un ser narcisista y urbano, fascinado por la informática y con un alto nivel de vida.
El icono tecnosexual entre las mujeres es Paris Hilton o la actriz Lindsay Lohan, pero no nos engañemos, estas tendencias son exclusivas del hombre. Aunque en este caso particular, la convención social que nos dice lo que debe esperarse de un individuo de acuerdo a si es macho o hembra, clasificación dicotómica o binaria, que sólo admite dos términos opuestos y mutuamente excluyentes, no tiene cabida.
Algunos autores han aprovechado esta oleada de nuevos conceptos para hacer un análisis sociológico, mientras que otros estudian el fenómeno desde el punto de vista económico y las oportunidades de mercadeo que presentan.
El caso de estudio podría ser David Beckham, más exactamente clasificado por los expertos del tema como icono metrosexlíbero.
El "metroemocional" es otra subcategoría, focalizada sobre la capacidad de amar en forma absoluta e indistinta en cada relación, aun en relaciones múltiples y paralelas, se trate de hombres o mujeres.
Si bien no sabemos hasta qué punto estas nuevas modas son un acercamiento al lado femenino y no una simple cuestión de estética, todo esto genera un conflicto y desata crisis de la identidad masculina en el hombre común.
El típico metrosexual es un joven consumista, marquista, con dinero para gastar, que vive en las metrópolis siguiendo las tendencias de la moda en todos los símbolos del consumo: indumentaria, alimentación, actividades de tiempo libre, detallado cuidado estético y una visión del mundo que empieza y termina en sí mismo.
El estereotipo es el individuo que se deja guiar por sus deseos eróticos, estéticos, de consumo y afectivos, y atraviesa las convenciones sociales establecidas en cuanto a los roles de género.
Estos nuevos amantes de la estética masculina se tiñen mechas en el pelo, visten de Valentino, Armani o Gaultier, salen de compras y leen revistas de moda, diseño, autos, barcos, relojes, vinos y cocina gourmet.
Pero existen variantes. Si al típico estudiante tímido y enfrascado en los libros, que disfruta con las matemáticas y la informática, se le da un toque de glamour, se convierte en un "tecnosexual".
Su interés es estar en lo último en cuanto a tecnología se refiere: teléfonos móviles de tercera generación con diseños llamativos y colores vivaces, lo último en computación, videojuegos, cámaras digitales, música en formato digital y un estado de comunicación múltiple y continua.
Lucen la tecnología como si fueran sus joyas más preciadas. El tecnosexual es un ser narcisista y urbano, fascinado por la informática y con un alto nivel de vida.
El icono tecnosexual entre las mujeres es Paris Hilton o la actriz Lindsay Lohan, pero no nos engañemos, estas tendencias son exclusivas del hombre. Aunque en este caso particular, la convención social que nos dice lo que debe esperarse de un individuo de acuerdo a si es macho o hembra, clasificación dicotómica o binaria, que sólo admite dos términos opuestos y mutuamente excluyentes, no tiene cabida.
Algunos autores han aprovechado esta oleada de nuevos conceptos para hacer un análisis sociológico, mientras que otros estudian el fenómeno desde el punto de vista económico y las oportunidades de mercadeo que presentan.
El caso de estudio podría ser David Beckham, más exactamente clasificado por los expertos del tema como icono metrosexlíbero.
El "metroemocional" es otra subcategoría, focalizada sobre la capacidad de amar en forma absoluta e indistinta en cada relación, aun en relaciones múltiples y paralelas, se trate de hombres o mujeres.
Si bien no sabemos hasta qué punto estas nuevas modas son un acercamiento al lado femenino y no una simple cuestión de estética, todo esto genera un conflicto y desata crisis de la identidad masculina en el hombre común.
Esperemos que luego de tanto metrismo no se pierda el sentido de la persona que esté debajo de tanta pulcritud postmoderna.
ResponderEliminarBesos