A
unque el nematodo Caenorhabditis elegans (C. elegans) era ya muy conocido en la investigación de la longevidad, hasta ahora no se sabía qué similitudes y diferencias había entre su memoria y la de otros animales, o si los tratamientos de longevidad podrían mejorar el aprendizaje y la memoria.
Para responder estas preguntas, el equipo de investigación, liderado por Coleen Murphy de la Universidad de Princeton (EE UU), diseñó nuevas pruebas para C. elegans e identificó los componentes necesarios del aprendizaje, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo.
"Dado que uno de los más perjudiciales declives relacionados con la edad es la pérdida de memoria, es muy interesante que ahora podamos utilizar C. elegans como modelo para entender el funcionamiento de la memoria", explica Murphy.
Los resultados, publicados hoy en la versión on line de la revista de acceso libre PLoS Biology, revelan que las moléculas necesarias parecen conservarse desde este nematodo hasta los mamíferos para el aprendizaje y la memoria, lo que indica que los mecanismos básicos subyacentes son muy antiguos.
"Ahora esperamos usar el sistema para identificar nuevos fármacos y tratamientos para el declive cognitivo asociado a la edad. Puede que el enfoque adecuado consista en utilizar como diana más de una de las rutas relacionadas con la longevidad", concluye el investigador.
Dos claves contra el olvido
Los autores han determinado cómo decae con la edad cada comportamiento, y han puesto a prueba los efectos de dos reguladores de la longevidad conocidos: la restricción dietética y la reducción de la señalización mediada por insulina o IGF-1 sobre dicho declive.
Lo sorprendente es que los dos tratamientos de longevidad han tenido efectos muy distintos sobre la memoria: la restricción dietética dañaba la memoria al principio de la edad adulta pero conservaba la memoria con la edad, mientras que la reducción de la señalización mediada por insulina o IGF-1 mejoraba el rendimiento de la memoria en los adultos jóvenes pero no lograba mantenerlo con la edad.
Estos hallazgos indican que los tratamientos de longevidad podrían ayudar no sólo a conservar la función cognitiva con la edad. Los distintos tratamientos de longevidad podrían tener también efectos muy diferentes sobre el declive cognitivo.
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