L
os investigadores, de la Universidad de Bonn (Alemania) y del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zúrich (ETH), administraron a ratones beta-cariofilina (E-BCP), un principio activo del orégano. «Hemos empleado beta-cariofilina para tratar ratones con inflamación en las patas», comentó el Dr. Jürg Gertsch del ETH de Zúrich (Suiza). «La inflamación disminuyó en más del 70% de los casos.» No deja de ser también interesante el hecho de que el E-BCP podría combatir otras afecciones como la arteriosclerosis y la osteoporosis.
El profesor de la Universidad de Bonn Andreas Zimmer, miembro a su vez del Life & Brain-Zentrum, afirmó: «Nuestros resultados han revelado que la beta-cariofilina inhibe la inflamación», y añadió: «Los experimentos realizados con ratones han demostrado que esta sustancia también es eficaz frente a la osteoporosis.»
La E-BCP se encuentra en una miríada de hierbas y especias, como la pimienta negra, el romero y la albahaca. Los expertos opinan que la gente puede consumir hasta doscientos miligramos diarios de este principio activo. Los investigadores explicaron que la beta-cariofilina se une a las estructuras de un receptor específico en la membrana celular, denominado por los expertos «receptores de cannabinoides CB2», y provoca un cambio en el comportamiento de la célula. Afirmaron que, por ejemplo, se suprime la producción celular de sustancias que pueden inducir inflamaciones.
Los receptores son los «puntos de unión» de varias sustancias mediante los cuales se desencadena una serie de mecanismos, a través del efecto denominado «llave-cerradura». Por separado, las llaves y las cerraduras no sirven de nada, pero si se juntan abren puertas. Básicamente, los receptores son las cerraduras biológicas.
Otra característica clave de la E-BCP es que no provoca intoxicación, lo que sí ocurre con otras sustancias que afectan a los receptores CB2, según los investigadores. De acuerdo con éstos, el CB2 tiene un «hermano», el CB1, que está siendo investigado en profundidad por farmacólogos. Éste último se encuentra en las neuronas cerebrales, y algunos principios de las plantas tienen la capacidad de establecerse en el cerebro con gran facilidad, lo que incrementa el efecto tóxico en la gente. Aunque el CB1 y el CB2 sean distintos, comparten cualidades similares, y sustancias que estimulan el CB2 producen también un efecto tóxico.
Aquí radica la diferencia: la beta-cariofilina se une de forma específica al CB2 y no al CB1. El resultado final es que una persona no puede llegar a «colocarse» al ingerir determinados alimentos, en opinión del equipo de investigadores.
El sistema endocannabinoide, que regula la probabilidad de liberar el neurotransmisor en una serie de tejidos neuronales, está compuesto por ambos receptores. Los científicos determinan ahora la importancia de los mismos en distintos trastornos. Un sistema que no funciona como es debido puede provocar varios problemas de salud, como dolores crónicos y enfermedades cardíacas; incluso la memoria puede verse afectada.
«Los endocannabinoides los produce nuestro propio organismo y mantienen su equilibrio», comentó el profesor Zimmer. Cuando se produce una inflamación, los endocannabinoides previenen una reacción exagerada del sistema inmunitario influyendo sobre la reacción defensiva. «El sistema endocannabinoide entra en escena cuando se ha destruido el equilibrio de los procesos metabólicos», añadió el profesor Zimmer.
Los hallazgos de los científicos demostraron que el E-BCP tiene potencial para conformar la base de nuevos fármacos. La abundancia de este principio activo en la naturaleza le confiere un gran valor para los investigadores de fármacos.
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