La verdad es que en la inmensa mayoría de los casos no es así. La ciencia es una dinámica interactiva entre individuos y la sociedad que temporalmente es bastante gradual. Un descubrimiento sobre una nueva tecnología de energía solar no se aplica al día siguiente de anunciarse y nunca es definitiva. Se requieren años de refinamiento por parte del mismo grupo de investigadores u otros para llegue finalmente a nosotros. La queja esa de "otra noticia más sobre baterías o energía solar" no está justificada, porque es precisamente esa sucesión de pequeñas noticias la que describe la trayectoria científica. Por cierto, el precio de los paneles solares cayó un 50% del año pasado y ya cuestan sólo un 25% de lo que costaban en 2008. Se espera que su precio baja aún más. La energía solar barata ya está aquí y no lo queremos ver.
Si alguien creía que hace unos años nos íbamos a levantar súbitamente con la noticia de que se había descubierto vida en otro sistema solar estaba equivocado. Primero descubrimos que había otros planetas orbitando otras estrellas. Luego los hemos ido clasificando y realizado análisis de su estadística. Resultó que las posibles configuraciones de otros sistemas solares eran muy variadas, incluso muy distintas a la configuración del nuestro. También se ha descubierto toda una gradación de distintos tipos de planetas.
Encontrar un planeta en el que pueda haber vida tal y como la conocemos pasa por encontrar uno que pueda tener agua líquida en su superficie. Eso ocurrirá cuando tengamos un planeta de tipo rocoso con atmósfera a una distancia tal de su estrella que no le haga ser ni demasiado frío ni demasiado caliente. Es decir, que esté en la zona habitable de su estrella. Su gravedad tiene que ser suficiente como para retener una atmósfera, pero no muy grande como para convertirse en un planeta como Neptuno o como Júpiter. Además, para el espectro de frecuencias de luz que recibe de su estrella, debe de darse el adecuado efecto invernadero y tener el albedo correcto.
Es verdad que podemos especular, por ejemplo, sobre la existencia de vida basada en amoniaco líquido como disolvente en lugar de agua, pero en ese caso, al no contar con ningún caso real, estaríamos aún más perdidos.
Debido a las limitaciones técnicas y a la suerte hasta ahora sólo hemos podido encontrar algunos casos de estos planteas en la zona habitable de su estrella, pero un poco alejados del caso de la Tierra. El mejor candidato hasta ahora para albergar vida era Kepler-22b, con un radio de 2,4 veces el terrestre. Debido a las limitaciones del telescopio Kepler y su distancia a la Tierra todavía no sabemos su masa o su composición atmosférica.
Ahora astrofísicos de UC Santa Cruz y de la Carnegie Institution for Science han publicado en Astrophysical Journal Letters el descubrimiento del que parece el mejor candidato, hasta el momento, para planeta habitable. El nuevo plantea se encuentra a sólo 22 años luz de distancia de nosotros, en lo que llamamos la constelación de Escorpio. Se puede decir que este sistema está en nuestro vecindario, pues sólo hay unas cien estrellas más cercanas a nosotros. Esto eleva las posibilidades de poder realizar análisis posteriores, por ejemplo con el futuro telescopio James Webb.
Recordemos que los exoplanetas descubiertos por la misión Kepler están generalmente tan lejos que es casi imposible que puedan ser visualizados directamente. Sin embargo, en este caso ello es plausible en un futuro.
El nuevo planeta, GJ 667Cc , orbita alrededor de una estrella enana roja (tipo espectral M) con un periodo de 28 días, tiene una masa mínima de 4,5 veces la terrestre y ha sido descubierto gracias a la técnica de Doppler de velocidad radial usando telescopios convencionales en tierra. Esta técnica está alcanzando tal precisión que ya es posible descubrir exoplanetas con una masa tan "baja" cuya detección era impensable hace unos años. Como además la masa de la estrella es en este caso baja se facilita su detección.
El descubrimiento de este planeta eleva aún más la cantidad de posibles planetas rocosos habitables de nuestra galaxia, según los investigadores implicados. Desde el punto de vista estadístico el haber encontrado algo así y tan cerca significa que necesariamente hay muchos planetas de este estilo.
El nuevo exoplaneta recibe un 90% de la luz que recibe la Tierra, pero como la mayoría es infrarroja es absorbida mejor por el planeta. Al final la cantidad de energía retenida es la misma que en la Tierra. Los investigadores implicados opinan que este planeta es el mejor candidato hasta el momento para albergar vida en él. La próxima generación de telescopios permitirá realizar espectros de la atmósfera de este planeta y saber si hay vida.
El problema de las supertierras es que no hay ninguna en nuestro sistema solar y no tenemos ni idea de cómo puede ser su geología, su clima o su capacidad para albergar vida.
Antes de descubrir este planeta ya se conocía la existencia de otra supertierra en el mismo sistema (GJ 667Cb) con un periodo orbital de 7,2 días, es decir, demasiado cerca de la estrella como para que pueda haber vida sobre su superficie. Además hay datos que indican la posible existencia en el sistema de un planeta gaseoso gigante y otra supertierra adicional con un periodo de 75 días. Aunque se necesitarán más observaciones para confirmarlos.
Ahora sólo queda que se pueda visualizar este planeta (quizás con el james Webb) y se pueda tomar un espectro de su atmósfera.
La Carnegie Institution for Science es una organización privada sin ánimo de lucro con sede en Washington, D.C. Es notable que existan organizaciones de este estilo dedicadas a financiar la ciencia básica.
Uno de estos días, semanas o meses se anunciará un exoplaneta con un tamaño casi igual al terrestre en la zona habitable. En unos años habrá tecnología para obtener espectros de posibles planetas que puedan contener vida. Y quizás más tarde se anuncie el primer planeta habitado, aunque sea por bacterias. Habrá sido un largo camino tachonado de mucho trabajo, observaciones, tecnología y resultados. Somos afortunados por la época que nos ha tocado vivir y poder verlo.
Si alguien creía que hace unos años nos íbamos a levantar súbitamente con la noticia de que se había descubierto vida en otro sistema solar estaba equivocado. Primero descubrimos que había otros planetas orbitando otras estrellas. Luego los hemos ido clasificando y realizado análisis de su estadística. Resultó que las posibles configuraciones de otros sistemas solares eran muy variadas, incluso muy distintas a la configuración del nuestro. También se ha descubierto toda una gradación de distintos tipos de planetas.
Encontrar un planeta en el que pueda haber vida tal y como la conocemos pasa por encontrar uno que pueda tener agua líquida en su superficie. Eso ocurrirá cuando tengamos un planeta de tipo rocoso con atmósfera a una distancia tal de su estrella que no le haga ser ni demasiado frío ni demasiado caliente. Es decir, que esté en la zona habitable de su estrella. Su gravedad tiene que ser suficiente como para retener una atmósfera, pero no muy grande como para convertirse en un planeta como Neptuno o como Júpiter. Además, para el espectro de frecuencias de luz que recibe de su estrella, debe de darse el adecuado efecto invernadero y tener el albedo correcto.
Es verdad que podemos especular, por ejemplo, sobre la existencia de vida basada en amoniaco líquido como disolvente en lugar de agua, pero en ese caso, al no contar con ningún caso real, estaríamos aún más perdidos.
Debido a las limitaciones técnicas y a la suerte hasta ahora sólo hemos podido encontrar algunos casos de estos planteas en la zona habitable de su estrella, pero un poco alejados del caso de la Tierra. El mejor candidato hasta ahora para albergar vida era Kepler-22b, con un radio de 2,4 veces el terrestre. Debido a las limitaciones del telescopio Kepler y su distancia a la Tierra todavía no sabemos su masa o su composición atmosférica.
Ahora astrofísicos de UC Santa Cruz y de la Carnegie Institution for Science han publicado en Astrophysical Journal Letters el descubrimiento del que parece el mejor candidato, hasta el momento, para planeta habitable. El nuevo plantea se encuentra a sólo 22 años luz de distancia de nosotros, en lo que llamamos la constelación de Escorpio. Se puede decir que este sistema está en nuestro vecindario, pues sólo hay unas cien estrellas más cercanas a nosotros. Esto eleva las posibilidades de poder realizar análisis posteriores, por ejemplo con el futuro telescopio James Webb.
Recordemos que los exoplanetas descubiertos por la misión Kepler están generalmente tan lejos que es casi imposible que puedan ser visualizados directamente. Sin embargo, en este caso ello es plausible en un futuro.
El nuevo planeta, GJ 667Cc , orbita alrededor de una estrella enana roja (tipo espectral M) con un periodo de 28 días, tiene una masa mínima de 4,5 veces la terrestre y ha sido descubierto gracias a la técnica de Doppler de velocidad radial usando telescopios convencionales en tierra. Esta técnica está alcanzando tal precisión que ya es posible descubrir exoplanetas con una masa tan "baja" cuya detección era impensable hace unos años. Como además la masa de la estrella es en este caso baja se facilita su detección.
La técnica de velocidad radial permite calcular masas planetarias con facilidad, pero no tamaños; mientras que la técnica de tránsito permite calcular bien tamaños, pero no masas.
La estrella enana roja, denominada GJ 667C, forma parte de un sistema triple. Las otras dos estrellas, GJ 667AB son estrellas naranjas de clase espectral K. El análisis espectral de las estrellas permite medir su abundancia en elementos pesados. Así, se ha descubierto que tienen sólo un 25% de la cantidad de elementos pesados (hierro, carbono, silicio, etc) que tiene el Sol. Esos elementos pesados son los necesarios para que se formen planetas de tipo rocoso y se creía que una baja abundancia de esos elementos condicionaría negativamente la formación de este tipo de planetas. Por tanto, este descubrimiento ha sido una sorpresa.
La estrella enana roja, denominada GJ 667C, forma parte de un sistema triple. Las otras dos estrellas, GJ 667AB son estrellas naranjas de clase espectral K. El análisis espectral de las estrellas permite medir su abundancia en elementos pesados. Así, se ha descubierto que tienen sólo un 25% de la cantidad de elementos pesados (hierro, carbono, silicio, etc) que tiene el Sol. Esos elementos pesados son los necesarios para que se formen planetas de tipo rocoso y se creía que una baja abundancia de esos elementos condicionaría negativamente la formación de este tipo de planetas. Por tanto, este descubrimiento ha sido una sorpresa.
El descubrimiento de este planeta eleva aún más la cantidad de posibles planetas rocosos habitables de nuestra galaxia, según los investigadores implicados. Desde el punto de vista estadístico el haber encontrado algo así y tan cerca significa que necesariamente hay muchos planetas de este estilo.
El nuevo exoplaneta recibe un 90% de la luz que recibe la Tierra, pero como la mayoría es infrarroja es absorbida mejor por el planeta. Al final la cantidad de energía retenida es la misma que en la Tierra. Los investigadores implicados opinan que este planeta es el mejor candidato hasta el momento para albergar vida en él. La próxima generación de telescopios permitirá realizar espectros de la atmósfera de este planeta y saber si hay vida.
El problema de las supertierras es que no hay ninguna en nuestro sistema solar y no tenemos ni idea de cómo puede ser su geología, su clima o su capacidad para albergar vida.
Antes de descubrir este planeta ya se conocía la existencia de otra supertierra en el mismo sistema (GJ 667Cb) con un periodo orbital de 7,2 días, es decir, demasiado cerca de la estrella como para que pueda haber vida sobre su superficie. Además hay datos que indican la posible existencia en el sistema de un planeta gaseoso gigante y otra supertierra adicional con un periodo de 75 días. Aunque se necesitarán más observaciones para confirmarlos.
Ahora sólo queda que se pueda visualizar este planeta (quizás con el james Webb) y se pueda tomar un espectro de su atmósfera.
La Carnegie Institution for Science es una organización privada sin ánimo de lucro con sede en Washington, D.C. Es notable que existan organizaciones de este estilo dedicadas a financiar la ciencia básica.
Uno de estos días, semanas o meses se anunciará un exoplaneta con un tamaño casi igual al terrestre en la zona habitable. En unos años habrá tecnología para obtener espectros de posibles planetas que puedan contener vida. Y quizás más tarde se anuncie el primer planeta habitado, aunque sea por bacterias. Habrá sido un largo camino tachonado de mucho trabajo, observaciones, tecnología y resultados. Somos afortunados por la época que nos ha tocado vivir y poder verlo.
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