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la luz de sus hallazgos, este equipo de investigadores, encabezados por el Prof. Geraint Rees de University College London, sugiere que el volumen de materia gris en la corteza prefrontal anterior del cerebro, la cual yace justo detrás de nuestros ojos, es un fuerte indicador de la habilidad de una persona para llevar a cabo introspección.
Sin embargo, aún no está claro si esta relación entre la introspección y los dos tipos de materia cerebral realmente funciona. Estos hallazgos no significan necesariamente que individuos con gran volumen de materia gris en esa región del cerebro han experimentado - o experimentarán - más pensamientos introspectivos que otra gente. Pero, ellos establecen una correlación entre la estructura de la materia gris y la blanca en la corteza prefrontal y los varios niveles de introspección que los individuos podrían experimentar.
En el futuro, el descubrimiento podría ayudar a los científicos a entender cómo ciertas lesiones en el cerebro afectan la habilidad de un individuo a reflexionar sobre sus propios pensamientos y acciones. Con tal entendimiento, podría ser eventualmente posible el adaptar tratamientos apropiados a pacientes, tales como víctimas de apoplejía, o aquellos con serio trauma cerebral, que quizá incluso no entenderían sus propias condiciones.
"Tome el ejemplo de dos pacientes con enfermedad mental - uno consciente de su enfermedad y otro que no lo está", dice uno de los autores del estudio, Stephen Fleming de University College London. "Es probable que la primera persona tome su medicamento, pero la segunda es menos probable. Si entendemos la auto-consciencia al nivel neurológico, quizá podamos entonces también adaptar tratamientos y desarrollar estrategias de entrenamiento para estos pacientes".
Este nuevo estudio nació de la colaboración entre el grupo de Rees, el cual investiga la consciencia, y otro grupo en University College London encabezado por el Prof. Ray Dolan, que estudia la toma de decisiones. Fleming junto con la co-autora Rimona Weil, diseñó un experimento para medir tanto el desempeño de un individuo en una tarea, así como qué tan seguro se sintió el individuo sobre sus decisiones durante la tarea. Mediante la toma de notas de con qué precisión los participantes del estudio fueron capaces de juzgar su propia toma de decisiones, los investigadores fueron capaces de obtener mayor información sobre las habilidades introspectivas de los participantes.
Para comenzar, Fleming y Weil reclutaron a 32 participantes humanos sanos y les mostraron dos pantallas, cada una conteniendo seis manchas con patrones. Una de las pantallas, sin embargo, contenía una mancha más brillante que el resto. Los investigadores pidieron a los participantes que identificaran qué pantalla contenía la mancha brillante, y después, valorar qué tan seguros se sintieron sobre su respuesta final. Después del experimento, los cerebros de los participantes fueron escaneados con imágenes por resonancia magnética, o MRI (por sus siglas en inglés).
Fleming y los investigadores diseñaron la tarea difícil, a fin de que los participantes nunca estuvieran completamente seguros de si su respuesta era correcta. Ellos argumentaron que los participantes que son buenos en introspección estarían más seguros después de tomar las decisiones correctas sobre la mancha, y menos seguros cuando estaban incorrectos al seleccionar la mancha. Mediante el ajuste de la tarea, los investigadores se aseguraron de que todas las habilidades de toma de decisiones de los participantes estuvieran a la par con las de los demás - únicamente el conocimiento de los participantes sobre sus propias habilidades de toma de decisiones difirió.
"Es como ese programa, '¿Quien quiere ser Millonario?'" dijo Weil. "Un concursante introspectivo dará su respuesta final cuando esté lo suficientemente seguro o segura de ella, y quizá telefoneará a un amigo cuando no esté seguro o segura. Pero un concursante que es menos introspectivo no será tan efectivo en juzgar que tan probable es que su respuesta sea correcta".
Entonces, pese a que cada participante se desempeñó bien durante la tarea, sus habilidades introspectivas variaron considerablemente, confirmaron los investigadores. Al comparar los escaneos de MRI del cerebro de cada uno de los participantes, ellos podían identificar una correlación entre la habilidad introspectiva y la estructura de una pequeña área de la corteza prefrontal y la estructura de la materia blanca vecina, descubrieron Reese y su equipo.
Estos hallazgos, sin embargo, podrían reflejar las diferencias innatas en nuestra anatomía, o alternativamente, los efectos físicos de la experiencia y el aprendizaje en el cerebro. Esta última posibilidad plantea el excitante prospecto de que podría haber una manera de "entrenar" las habilidades "meta-cognitivas" mediante la explotación de la naturaleza maleable de estas regiones de la corteza prefrontal. Pero, se requiere más investigación para explorar las computaciones mentales detrás de la introspección - y luego para ligar estas computaciones a procesos biológicos reales.
"Queremos saber por qué estamos conscientes de algunos procesos mentales mientras que otros proceden en ausencia de la consciencia", dijo Fleming. "Puede haber diferentes niveles de consciencia, abarcando desde simplemente tener una experiencia, hasta reflexionar sobre esa experiencia. La introspección está en el extremo más alto de este espectro - mediante la medición de este proceso y relacionándolo con el cerebro esperamos obtener mayor conocimiento sobre la biología del pensamiento consciente".
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