Si se puede encontrar alguna ventaja, por pequeña que esta sea, en el trágico accidente de Fukushima ésta puede ser el hallazgo de que las bacterias que limpiarán los residuos radiactivos de la zona podrán generar energía. El sorprendente descubrimiento lo ha realizado un equipo de la Universidad de Michigan, encabezado por la microbióloga española Gemma Reguera, y aparece explicado en las páginas del último número de Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los microorganismos en cuestión se llaman geobacterias, un género de proteobacterias anaeróbicas con capacidad para transformar elementos radioactivos en benignos para el medio ambiente. Según explica Reguera, “la bacteria geobacter [su nombre científico] son pequeños microorganismos que juegan un papel esencial en la limpieza de lugares contaminados en el mundo”.
El equipo, encabezado por Gemma Reguera (a la derecha). Imagen: Science Daily.
Si bien la capacidad de las geobacterias para inmovilizar el uranio era bien conocida, la investigación ha permitido hallar en las mismas pequeños nanohilos que actúan como apéndices filosos y generan electricidad durante el proceso de limpieza. Esos nanohilos “son el catalizador primario de la reducción del uranio –explica Reguera en Science Daily-. Son el equivalente natural de la galvanoplastia, inmovilizando el material radioactivo y evitando que se filtre en el agua subterránea”.
A partir de este hallazgo el equipo de investigadoras (ver foto) desarrollaron una versión genéticamente modificada de una geobacteria, que mejoraba la eficiencia de la misma para inmovilizar el uranio en proporción al número de nanohilos y, como consecuencia, su capacidad como pila catalítica. Esta bacteria modificada ha sido patentada con objeto de desarrollar ulteriormente células de combustible microbianas que generen electricidad mientras limpian las zonas contaminadas.
Posibilidades de desarrollo: Elevadas. Tal y como dicta la primera ley de la termodinámica, la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Por tanto, la transición de la energía nuclear, esa rémora del siglo XX, hacia formas más inocuas de generación energética dejará un vasto muestrario de instalaciones ungidas por los isótopos radioactivos.
Visto en Science Daily, vía Inhabitat.
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