E
n el experimento, Jeffrey Gordon y colegas observaron más de cerca a los microbiomas intestinales de siete series de gemelos y ratones quienes consumieron una marca específica de yogurt durante un periodo de cuatro meses. Los ratones estaban libres de gérmenes y criados bajo condiciones en las que los únicos microbios que albergaron fueron 15 miembros de una típica comunidad microbiana del intestino humano. Los investigadores analizaron la composición bacteriana y patrones específicos de expresión genética tanto de las comunidades microbianas del intestino humano como las del animal antes, durante y después del consumo del yogurt.
El equipo descubrió que tanto en humano como en ratones, el consumo de yogurt no cambió la especie y contenido genético de las comunidades microbianas intestinales. Sin embargo, más análisis de expresión genética bacteriana intestinal y de sustancias llamadas metabolitos en la orina de los ratones revelaron que el consumo de yogurt incitó marcados cambios en varias vías metabólicas, especialmente aquellas relacionadas con el procesamiento de carbohidratos. Aunque aún no queda claro si comer un yogurt al día mantendrá alejado al doctor, los resultados muestran que los alimentos probióticos podrían cambiar nuestros microbiomas intestinales en maneras sutiles, complejas que requieren mayor investigación.
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