El lenguaje es una actividad humana que surgió aproximadamente hace seis millones de años. Los niños adquieren el lenguaje de forma natural, sin necesidad de una enseñanza específica. Por el contrario, la lectura es una destreza que requiere aprendizaje y que no se desarrolla sin una práctica intensiva y reglada.
Comprender cómo cambia nuestro cerebro a medida que aprendemos a leer ha sido un desafío para los investigadores. La enseñanza de la lectura se produce durante los primeros años escolares, al mismo tiempo que se aprenden otras destrezas. Separar los cambios que se producen en el cerebro durante la infancia causados por la enseñanza de la lectura, de los cambios producidos por el aprendizaje de destrezas sociales o motrices, es casi imposible. Asimismo, estudiar el aprendizaje de la lectura en los adultos tiene también sus propias complicaciones, porque suele estar ligado a problemas neurológicos o a trastornos del aprendizaje en las sociedades en donde la población está alfabetizada.
En la edición de Nature de hoy, investigadores de España, Reino Unido y Colombia describen un estudio en el que aislaron los cambios producidos en el cerebro adulto por la alfabetización. El estudio se realizó con una población analfabeta inusual: antiguos miembros de las guerrillas de Colombia que se reintegraron en la sociedad y aprendieron a leer siendo adultos.
"Aislar los cambios cerebrales producidos por el aprendizaje de la lectura ha sido casi imposible debido a la confluencia de otras variables" explica el profesor Manuel Carreiras, investigador Ikerbasque y director del Basque Center on Cognition, Brain and Language (www.bcbl.eu). "Trabajar con los ex-miembros de la guerrilla de Colombia nos ha proporcionado una oportunidad única para ver cómo cambia el cerebro cuando se adquiere la lectura."
Los investigadores compararon las imágenes de resonancia magnética de los cerebros de veinte ex guerrilleros adultos que habían completado un programa de alfabetización en su lengua nativa (español) con los de otros veintidós guerrilleros adultos analfabetos. Los resultados mostraron diferencias en diversas áreas del cerebro entre los dos grupos, lo que propició nuevas preguntas acerca de cómo están conectadas estructuralmente y funcionalmente dichas áreas cuando se aprende a leer durante la niñez.
Los investigadores encontraron que la densidad de materia gris (donde se realiza el procesamiento) era mayor en varias áreas de ambos hemisferios en aquellos participantes que habían aprendido a leer. Estas áreas son responsables del reconocimiento de las letras, de la conversión de las letras en los sonidos correspondientes y del acceso al significado de las palabras. La lectura también incrementó la densidad de la materia blanca y la fuerza de las conexiones entre estas regiones de materia gris.
En particular, es importante resaltar el descubrimiento de las conexiones desde y hasta un área del cerebro conocida como el giro angular. Los científicos saben desde hace más de 150 años que esta región es importante para la lectura, pero esta investigación muestra que su papel en el proceso de lectura no se había comprendido correctamente.
Anteriormente, se pensaba que el giro angular estaba encargado de reconocer las formas de las palabras antes de acceder a los sonidos y a sus significados. Los investigadores mostraron en el estudio que se publica hoy en Nature que el giro angular no está implicado en la conversión del reconocimiento visual de palabras a los sonidos y los significados. Por el contrario, está involucrado en el proceso lector proporcionando una anticipación de las letras a partir del significado.
"La visión tradicional ha sido que el giro angular actúa como un "diccionario" que convierte las letras de una palaba en sonidos y en significados" explica el Dr. Manuel Carreiras. "Sin embargo, nosotros hemos mostrado que su función es más de carácter predictivo, anticipando letras a partir del significado, más similar a la función predictiva de anticipar letras al rellenar texto en un mensaje de móvil".
Comprender cómo cambia nuestro cerebro a medida que aprendemos a leer ha sido un desafío para los investigadores. La enseñanza de la lectura se produce durante los primeros años escolares, al mismo tiempo que se aprenden otras destrezas. Separar los cambios que se producen en el cerebro durante la infancia causados por la enseñanza de la lectura, de los cambios producidos por el aprendizaje de destrezas sociales o motrices, es casi imposible. Asimismo, estudiar el aprendizaje de la lectura en los adultos tiene también sus propias complicaciones, porque suele estar ligado a problemas neurológicos o a trastornos del aprendizaje en las sociedades en donde la población está alfabetizada.
En la edición de Nature de hoy, investigadores de España, Reino Unido y Colombia describen un estudio en el que aislaron los cambios producidos en el cerebro adulto por la alfabetización. El estudio se realizó con una población analfabeta inusual: antiguos miembros de las guerrillas de Colombia que se reintegraron en la sociedad y aprendieron a leer siendo adultos.
"Aislar los cambios cerebrales producidos por el aprendizaje de la lectura ha sido casi imposible debido a la confluencia de otras variables" explica el profesor Manuel Carreiras, investigador Ikerbasque y director del Basque Center on Cognition, Brain and Language (www.bcbl.eu). "Trabajar con los ex-miembros de la guerrilla de Colombia nos ha proporcionado una oportunidad única para ver cómo cambia el cerebro cuando se adquiere la lectura."
Los investigadores compararon las imágenes de resonancia magnética de los cerebros de veinte ex guerrilleros adultos que habían completado un programa de alfabetización en su lengua nativa (español) con los de otros veintidós guerrilleros adultos analfabetos. Los resultados mostraron diferencias en diversas áreas del cerebro entre los dos grupos, lo que propició nuevas preguntas acerca de cómo están conectadas estructuralmente y funcionalmente dichas áreas cuando se aprende a leer durante la niñez.
Los investigadores encontraron que la densidad de materia gris (donde se realiza el procesamiento) era mayor en varias áreas de ambos hemisferios en aquellos participantes que habían aprendido a leer. Estas áreas son responsables del reconocimiento de las letras, de la conversión de las letras en los sonidos correspondientes y del acceso al significado de las palabras. La lectura también incrementó la densidad de la materia blanca y la fuerza de las conexiones entre estas regiones de materia gris.
En particular, es importante resaltar el descubrimiento de las conexiones desde y hasta un área del cerebro conocida como el giro angular. Los científicos saben desde hace más de 150 años que esta región es importante para la lectura, pero esta investigación muestra que su papel en el proceso de lectura no se había comprendido correctamente.
Anteriormente, se pensaba que el giro angular estaba encargado de reconocer las formas de las palabras antes de acceder a los sonidos y a sus significados. Los investigadores mostraron en el estudio que se publica hoy en Nature que el giro angular no está implicado en la conversión del reconocimiento visual de palabras a los sonidos y los significados. Por el contrario, está involucrado en el proceso lector proporcionando una anticipación de las letras a partir del significado.
"La visión tradicional ha sido que el giro angular actúa como un "diccionario" que convierte las letras de una palaba en sonidos y en significados" explica el Dr. Manuel Carreiras. "Sin embargo, nosotros hemos mostrado que su función es más de carácter predictivo, anticipando letras a partir del significado, más similar a la función predictiva de anticipar letras al rellenar texto en un mensaje de móvil".
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