El objetivo del juego era alcanzar el final de una carretera lo más rápidamente posible, para lograr una recompensa económica. En el recorrido, los voluntarios debían decidir ante ciertas situaciones que podían ralentizar su recorrido, como parar o no ante un semáforo en ámbar, al llegar a una intersección.
Cada participante jugó a este juego solo y también bajo la atenta mirada de sus amigos. Pero sólo los adolescentes corrieron más riesgos en su recorrido cuando jugaron acompañados. Por otro lado, las regiones cerebrales relacionadas con la recompensa mostraron una mayor activación cuando jugaron junto a sus amigos que estando solos, en el caso de los adolescentes.
Los científicos explican que estos resultados sugieren que la presencia de iguales no influye en la percepción del riesgo durante la adolescencia, sino en la sensibilidad cerebral a las potenciales recompensas .
El hallazgo podría ser útil para desarrollar intervenciones que reduzcan los comportamientos de riesgo (consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias o conducción temeraria) de los adolescentes en las sociedades industrializadas, explican los investigadores.
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