El Procavia capensis (damán de El Cabo), un animal común en África y Oriente Próximo parecido a un conejillo de indias pero relacionado con el elefante, suele habitar en formaciones rocosas, peñascos y acantilados. Uno de sus comportamientos más sorprendentes es que las colonias de estos animales utilizan una misma zona para evacuar.
Investigadores del Institut des sciences de l'évolution de Montpellier(ISEM, Francia)y la Universidadde Leicester(Reino Unido), ambosmiembros de un grupo internacional, indicaron que algunos de estos retretes comunales se han utilizado durante miles de años. Pero lo que despierta verdadero interés acerca de estas letrinas milenarias es lo que queda en las rocas. La orina de estos animales se cristaliza y crea acumulaciones estratificadas denominadas «middens». Los investigadores utilizaron los depósitos de orina de los middens para indagar en cambios climáticos a largo plazo.
«Para estudiar cambios medioambientales del pasado los científicos suelen obtener muestras de depósitos en turberas o lagos en los que se conserva materia orgánica a la que se le puede calcular una fecha», explicó el Dr. Andrew Carr del Departamento de Geografía de la Universidad de Leicester. «Pero en entornos secos como el sur de Áfricaesto es imposible. Por suerte parece ser que la orina de los damanes conserva materia orgánica de miles de años de antigüedad que permite obtener importantes datos sobre cambios medioambientales pasados del hábitat de estos animales.»
El equipo de la Universidad de Leicesterdescubrió moléculas orgánicas especiales conservadas en los middens, entre las que se encontraron compuestos producidos por el metabolismo de los animales y moléculas derivadas de vegetales que habían atravesado su sistema digestivo.
Según los investigadores, estos «biomarcadores» ayudaron a esclarecer el tipo de alimentación de estos herbívoros y por consiguiente el tipo de entorno que habitaban. Por esta razón los datos sobre biomarcadores permitieron al equipo completar el rompecabezas que muestra los cambios climáticos de la región durante los últimos 30.000 años e incluso permite realizar predicciones precisas a décadas o siglos vista.
«Los registros paleomedioambientales de la zona estaban fragmentados», indicó el Dr. Carr. «Los middens nos aportan registros terrestres únicos que se pueden comparar con otros testigos cercanos de los fondos oceánicos y así estudiar con mucho mayor detalle las causas del cambio climático en África. Este entorno posee gran dinamismo y parece que el clima de la región cambió de modo extraño durante y tras la última glaciación (hace unos 20.000 años).»
El Dr. Carr indicó que el próximo paso, que formará parte de un nuevo estudio dirigido por el también participante de este estudio Dr. Brian Chase del ISEM, será comparar los datos de los middens con simulaciones de climas pasados generadas por modelos de circulación general (MCG) informáticos con el fin de evaluar su validez y determinar «las razones por las que el clima ha cambiado de una forma y no de otra». Los MCG se utilizan para simular climas pasados y futuros.
El Leverhulme Trust también aportó fondos para esta investigación, que se ha publicado en las revistas Geology, Quaternary Research y Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology.
Investigadores del Institut des sciences de l'évolution de Montpellier(ISEM, Francia)y la Universidadde Leicester(Reino Unido), ambosmiembros de un grupo internacional, indicaron que algunos de estos retretes comunales se han utilizado durante miles de años. Pero lo que despierta verdadero interés acerca de estas letrinas milenarias es lo que queda en las rocas. La orina de estos animales se cristaliza y crea acumulaciones estratificadas denominadas «middens». Los investigadores utilizaron los depósitos de orina de los middens para indagar en cambios climáticos a largo plazo.
«Para estudiar cambios medioambientales del pasado los científicos suelen obtener muestras de depósitos en turberas o lagos en los que se conserva materia orgánica a la que se le puede calcular una fecha», explicó el Dr. Andrew Carr del Departamento de Geografía de la Universidad de Leicester. «Pero en entornos secos como el sur de Áfricaesto es imposible. Por suerte parece ser que la orina de los damanes conserva materia orgánica de miles de años de antigüedad que permite obtener importantes datos sobre cambios medioambientales pasados del hábitat de estos animales.»
El equipo de la Universidad de Leicesterdescubrió moléculas orgánicas especiales conservadas en los middens, entre las que se encontraron compuestos producidos por el metabolismo de los animales y moléculas derivadas de vegetales que habían atravesado su sistema digestivo.
Según los investigadores, estos «biomarcadores» ayudaron a esclarecer el tipo de alimentación de estos herbívoros y por consiguiente el tipo de entorno que habitaban. Por esta razón los datos sobre biomarcadores permitieron al equipo completar el rompecabezas que muestra los cambios climáticos de la región durante los últimos 30.000 años e incluso permite realizar predicciones precisas a décadas o siglos vista.
«Los registros paleomedioambientales de la zona estaban fragmentados», indicó el Dr. Carr. «Los middens nos aportan registros terrestres únicos que se pueden comparar con otros testigos cercanos de los fondos oceánicos y así estudiar con mucho mayor detalle las causas del cambio climático en África. Este entorno posee gran dinamismo y parece que el clima de la región cambió de modo extraño durante y tras la última glaciación (hace unos 20.000 años).»
El Dr. Carr indicó que el próximo paso, que formará parte de un nuevo estudio dirigido por el también participante de este estudio Dr. Brian Chase del ISEM, será comparar los datos de los middens con simulaciones de climas pasados generadas por modelos de circulación general (MCG) informáticos con el fin de evaluar su validez y determinar «las razones por las que el clima ha cambiado de una forma y no de otra». Los MCG se utilizan para simular climas pasados y futuros.
El Leverhulme Trust también aportó fondos para esta investigación, que se ha publicado en las revistas Geology, Quaternary Research y Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology.
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