En 2006, el gobierno de Gabón concedió permiso a una empresa para que buscase petróleo en el Parque Nacional de Loango, una actividad en la que el personal se sirvió de explosiones con dinamita para acceder a puntos de interés. Eso indignó a los ecologistas y condujo a una moratoria de esas prospecciones hasta Junio de 2007. En Marzo de 2007, el equipo de Peter Wrege de la Universidad Cornell instaló 10 unidades automatizadas de grabación en el parque.
El resultado, 27.000 horas de grabaciones, obtenidas entre Marzo de 2007 y Febrero de 2008, y el análisis detallado realizado posteriormente, demuestran que las explosiones no causaron la huida de los elefantes de la zona. Sin embargo, los elefantes más cercanos a las áreas con presencia habitual de humanos pasaron a un estilo de vida más nocturno, probablemente en un intento de evitar a los trabajadores.
Tras comparar las grabaciones de las explosiones de dinamita con el sonido de truenos, Wrege y sus colegas han llegado a la conclusión de que ambas clases de sonidos pueden parecerles similares a los elefantes. Como estos están acostumbrados a escuchar truenos, las explosiones de dinamita no les inquietan especialmente. En cambio, las grabaciones sugieren que el sonido de las motosierras talando árboles, así como el de los camiones y el de los trabajadores, hicieron que los elefantes cambiaran su comportamiento pasando a una rutina nocturna.
Los protocolos actuales instan a la empresa a evitar la actividad nocturna y a limitar el tamaño de los árboles cortados.
El resultado, 27.000 horas de grabaciones, obtenidas entre Marzo de 2007 y Febrero de 2008, y el análisis detallado realizado posteriormente, demuestran que las explosiones no causaron la huida de los elefantes de la zona. Sin embargo, los elefantes más cercanos a las áreas con presencia habitual de humanos pasaron a un estilo de vida más nocturno, probablemente en un intento de evitar a los trabajadores.
Tras comparar las grabaciones de las explosiones de dinamita con el sonido de truenos, Wrege y sus colegas han llegado a la conclusión de que ambas clases de sonidos pueden parecerles similares a los elefantes. Como estos están acostumbrados a escuchar truenos, las explosiones de dinamita no les inquietan especialmente. En cambio, las grabaciones sugieren que el sonido de las motosierras talando árboles, así como el de los camiones y el de los trabajadores, hicieron que los elefantes cambiaran su comportamiento pasando a una rutina nocturna.
Los protocolos actuales instan a la empresa a evitar la actividad nocturna y a limitar el tamaño de los árboles cortados.
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