"Antes de encontrar este fósil, no teníamos evidencias de cómo eran los colores y formas de las plumas y aletas de los pingüinos extinguidos", afirma Julia Clarke, paleontóloga de la Universidad de Texas en la Escuela Jackson de Ciencias de la Tierra de Austin (EE UU) y autora principal del estudio publicado en Science.
El fósil de esta especie que medía un metro y medio muestra la evolución temprana de la forma de las aletas y las plumas. Sin embargo, el patrón de color de los pingüinos actuales es "probablemente" una innovación más reciente.
Al igual que los pingüinos actuales y a diferencia de las demás aves, las plumas de las alas de la especie Inkayacu paracasensis tenían una forma radicalmente modificada, muy ajustadas y acumuladas unas sobre otras, formando aletas rígidas y estrechas. Sus plumas corporales tenían los cañones anchos, un rasgo que a los pingüinos actuales les permite estilizar el cuerpo.
Reconstruir los colores del pingüino
Ciertos colores de las plumas de las aves proceden del tamaño, forma y disposición de estructuras de nanoescala llamadas melanosomas. Para reconstruir los colores de las plumas del fósil de pingüino, Matthew Shawkay y Liliana D'Alba, coautores del estudio e investigadores en la Universidad de Akron (EE UU), han comparado los melanosomas obtenidos del fósil con un banco de datos sobre las aves actuales.
Los melanosomas del Inkayacu eran similares a los de otras aves diferentes a los pingüinos actuales, lo que ha permitido a los investigadores deducir los colores que producían. El equipo de investigación estudió las plumas de los pingüinos modernos, y descubrió que sus colores son creados por melanosomas gigantes, más anchos que los del fósil y que los de todas las aves estudiadas.
El tamaño, forma y disposición únicos de los melanosomas de los pingüinos actuales alteran la microestructura de las plumas a nano y microescala. La melanina contenida dentro de los melanosomas confiere a las plumas resistencia al desgaste y a la rotura. Según los científicos, puede que los colores de los pingüinos hayan cambiado por razones completamente diferentes, relacionadas con la aparición posterior de depredadores primarios de los pingüinos extinguidos, como las focas, o con otros cambios en los mares de finales del Cenozoico.
"La información sobre el color de los organismos extinguidos puede revelar pistas sobre su ecología y su comportamiento", declara Jakob Vinther, coautor e investigador en la Universidad de Yale (EE UU). "Simplemente está muy bien el poder saber el color de un extraordinario organismo extinguido, como el fósil de un pingüino gigante", añade el científico.
Inkayacu paracasensis fue descubierto en la Reserva Nacional de Paracas (Perú) y conservaba en una pata restos de tejido suave escamoso. El descubrimiento de este nuevo pingüino gigante se une a otros hallazgos de la zona y demuestra que en el sur de Perú hubo una rica variedad de especies de pingüino gigante en el periodo del Eoceno tardío (hace entre 41 y 36 millones de años).
El fósil de esta especie que medía un metro y medio muestra la evolución temprana de la forma de las aletas y las plumas. Sin embargo, el patrón de color de los pingüinos actuales es "probablemente" una innovación más reciente.
Al igual que los pingüinos actuales y a diferencia de las demás aves, las plumas de las alas de la especie Inkayacu paracasensis tenían una forma radicalmente modificada, muy ajustadas y acumuladas unas sobre otras, formando aletas rígidas y estrechas. Sus plumas corporales tenían los cañones anchos, un rasgo que a los pingüinos actuales les permite estilizar el cuerpo.
Reconstruir los colores del pingüino
Ciertos colores de las plumas de las aves proceden del tamaño, forma y disposición de estructuras de nanoescala llamadas melanosomas. Para reconstruir los colores de las plumas del fósil de pingüino, Matthew Shawkay y Liliana D'Alba, coautores del estudio e investigadores en la Universidad de Akron (EE UU), han comparado los melanosomas obtenidos del fósil con un banco de datos sobre las aves actuales.
Los melanosomas del Inkayacu eran similares a los de otras aves diferentes a los pingüinos actuales, lo que ha permitido a los investigadores deducir los colores que producían. El equipo de investigación estudió las plumas de los pingüinos modernos, y descubrió que sus colores son creados por melanosomas gigantes, más anchos que los del fósil y que los de todas las aves estudiadas.
El tamaño, forma y disposición únicos de los melanosomas de los pingüinos actuales alteran la microestructura de las plumas a nano y microescala. La melanina contenida dentro de los melanosomas confiere a las plumas resistencia al desgaste y a la rotura. Según los científicos, puede que los colores de los pingüinos hayan cambiado por razones completamente diferentes, relacionadas con la aparición posterior de depredadores primarios de los pingüinos extinguidos, como las focas, o con otros cambios en los mares de finales del Cenozoico.
"La información sobre el color de los organismos extinguidos puede revelar pistas sobre su ecología y su comportamiento", declara Jakob Vinther, coautor e investigador en la Universidad de Yale (EE UU). "Simplemente está muy bien el poder saber el color de un extraordinario organismo extinguido, como el fósil de un pingüino gigante", añade el científico.
Inkayacu paracasensis fue descubierto en la Reserva Nacional de Paracas (Perú) y conservaba en una pata restos de tejido suave escamoso. El descubrimiento de este nuevo pingüino gigante se une a otros hallazgos de la zona y demuestra que en el sur de Perú hubo una rica variedad de especies de pingüino gigante en el periodo del Eoceno tardío (hace entre 41 y 36 millones de años).
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