El registro fósil nos ha proporcionado pruebas de esta transición, pero, como fotogramas tomados al azar de una película, no siempre se tienen los fósiles que se desean, esos que justo nos muestran la transición de un estadio a otro. Ahora, un notable fósil cretácico proporciona justo uno de esos fotogramas, el que nos muestra cómo uno de esos huesecillos del oído formaba una vez parte de la mandíbula de un antepasado de los mamíferos actuales. Un fósil que se ha estado esperando durante 150 años.
El ejemplar de Liaoconodon hui, descubierto recientemente en China por Jin Meng, ha revelado justo lo que pasó después, una prueba inequívoca de un estadio de transición. El ejemplar tiene 122-125 millones de años de edad y corresponde a un mamífero del tamaño de una rata grande (36 cm). En ese momento los dinosaurios todavía reinaban sobre la Tierra.
Es interesante la presencia de una pieza denominada cartílago de Meckel que conecta los pequeños huesos a la mandíbula. En los mamíferos actuales el cartílago de Meckel es de cartílago y está presente en los embriones, pero desaparece al madurar el individuo. En Liaoconodon hui el cartílago de Meckel estaba osificado y sujetaba algunos de los huesos posdentarios según éstos se desplazaron hacia el oído. Este fósil desafía interpretaciones previas acerca de la morfología de mamíferos de transición ya que propone a este cartílago osificado como un estabilizador durante la transición.
En este ejemplar el estribo y el martillo han perdido contacto con los huesos dentarios que están sujetos por el cartílago Meckel. Además, a partir del estribo se puede calcular el tamaño y forma del tímpano. Éste parece ser que era más bien pequeño. Los expertos creen que Liaoconodon hui tenía un oído mejor que el de los mamíferos tempranos, ya que un tímpano pequeño es más sensible a frecuencias de sonido altas, ideal para detectar insectos que puedan ser posibles presas.
Los autores del estudio, publicado en Nature, realizan un estudio filogenético basado en algunas características de los mamíferos, tanto en fósiles como en animales actuales. Sugieren que el oído medio de los mamíferos evolucionó al menos dos veces de forma independiente: una en los monotremas (los mamíferos como el ornitorrinco) y otra en los marsupiales y placentarios.
Ahora escuche su música favorita y piense que si es capaz de apreciar ciertos tonos es porque hace más de 100 millones de años una transición evolutiva movió unos huesos de la mandíbula hasta el oído. Si lo pensamos un poco es casi increíble, pero ya tenemos todas las pruebas importantes de ese proceso.
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