Este estudio, que se publica en el último número de la Revista de Neurología, concluye que la corteza prefrontal y temporal, la amígdala y otras estructuras del sistema límbico (como la ínsula y la corteza cingulada) desempeñan "un papel fundamental en todas las situaciones en las que aparece la empatía".
Según Moya Albiol, estas partes del cerebro "coinciden de forma asombrosa" con aquellas que regulan la agresión y la violencia. Por ello, el equipo científico argumenta que ambos circuitos cerebrales, el de la empatía y el de la violencia, podrían ser "parcialmente similares".
¿Una cuestión también biológica?
"De todos es sabido que el fomento de la empatía actúa como inhibidor de la violencia, pero quizá sea no sólo por una cuestión social sino también biológica: la estimulación de los circuitos neuronales comentados en un sentido hace que disminuya su actuación en el otro", añade el investigador.
Así, un cerebro "más empático" es más difícil que actúe de forma violenta, por lo menos de manera habitual. "La educación en empatía podría ser una educación para la paz, para la disminución del conflicto y de los actos beligerantes", concluye el investigador.
Las técnicas de medición del cerebro humano "in vivo", como la resonancia magnética funcional, están permitido conocer más las estructuras cerebrales que regulan las conductas y los procesos psicológicos como la empatía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario